La despulpadora ecológica de Santana de Nagua, en la serranía del municipio de Bartolomé Masó, realiza la cosecha 2019-2020, con mayor rendimiento en el proceso industrial y aumento en la capacidad en el beneficio del café.
Es la única unidad ecológica de la empresa agroforestal y entre sus aportes exhibe el ahorro del 70 por ciento del consumo de agua y evita la contaminación medioambiental, en comparación con la denominada tradicional.
Acopia el grano de las cooperativas de créditos y servicios Manuel Fajardo y José Martí, de producción agropecuaria Manuel Fajardo, unidad básicas de producción cooperativa Guerrillero Heroico y la granja estatal Vega de la Yúa, del Ejército Juvenil del Trabajo, incorporándole nuevos valores con el propósito de crecer cualitativamente en la exportación hacia el mercado internacional y sustituir importaciones con destino al consumo nacional.
Daimarelis de La Paz Vanega, es una mujer incansable que se sobrepone a las dificultades e incluso a las dolencias que padece desde hace algún tiempo.
Administradora, con más de 20 años en la actividad, dijo que la zafra se ha desarrollado bien sin “pico” en la recolección del grano arábigo, pero, aclaró, se adelantó un poquito la variedad robusta, lo cual ha obligado a más esfuerzo.
“No contábamos con todos los medios para evitar la mezcla, lo que afecta la calidad y la economía del país. No obstante, aplicamos alternativas, haciendo el todo por el todo para asegurar la calidad, a pesar del daño que nos provoca el bloqueo económico, comercial del Gobierno de los Estados Unidos, al no disponer de los recursos como el petróleo y la transportación”.
Su mejor escuela ha sido la vida en la montaña, donde aprendió el manejo en la producción cafetalera con las enseñanzas de su familia campesina, integrada por 13 hermanos, y criada con el sudor y entrega de mamá y papá.
Ella experimenta una profunda satisfacción en su quehacer cotidiano porque le pone una gotita de amor a cada actividad que ejecuta en la casa, el barrio y su centro laboral.
Daimarelis reconoce los beneficios que trajo la Revolución con el programa del Plan Turquino al disponer de los servicios de salud, educación y de electrificación, entre otros, jamás ni siquiera imaginados.
Además, destacó la posibilidad de contar con la tecnología en el despulpe con lo que se humaniza el trabajo y mejora la calidad del producto.