La Habana .- Las masivas protestas en Estados Unidos a favor de la justicia racial reavivaron los llamados y acciones para remover estatuas y otros símbolos que recuerdan la historia de la Confederación.
Durante el último mes, varios monumentos erigidos en honor a figuras confederadas -representantes de los estados secesionistas que en la Guerra Civil de 1861 a 1865 lucharon a favor de la esclavitud- fueron derribados por manifestantes o autoridades locales en estados como Alabama, Virginia, Kentucky, Florida e Indiana.
Asimismo, se produjo un fuerte debate nacional sobre si cambiar la denominación de bases militares nombradas en homenaje a los líderes confederados y eliminar las estatuas confederadas del Capitolio, lo cual generó de inmediato la oposición del presidente Donald Trump, quien ha sido muy condenado por su respuesta a las movilizaciones contra el racismo.
Recientemente la publicación The Hill recordó que la discusión acerca de la idoneidad de los símbolos confederados en los espacios públicos ha sido durante mucho tiempo un tema lento.
“Pero, impulsadas por protestas nacionales y locales, las ciudades y los estados se han movido repentinamente a gran velocidad para deshacerse de los monumentos y las placas que algunos ven como parte de la historia y otros como un símbolo de las estructuras racistas sobre las que se construyó el país”, apuntó el medio.
Según datos de la organización Southern Poverty Law Center (SLPC), desde el asesinato del hombre negro George Floyd a manos de la policía en Minneapolis, Minnesota, el pasado 25 de mayo, y hasta el 29 de junio, fueron removidos en el país 17 monumentos confederados, en tanto se reubicaron otros cinco.
Asimismo, esa agrupación informó que desde el tiroteo en la iglesia de Charleston, Carolina del Sur, donde murieron nueve afronorteamericanos en 2015, se eliminaron o reubicaron un total de 107 símbolos confederados, incluidos 81 monumentos.
Los datos del SLPC indican que todavía permanecen en espacios públicos de la nación mil 747 símbolos confederados, los cuales incluyen estatuas, banderas y los nombres de escuelas y carreteras, entre otros lugares.
¿PROTECCIÓN DE LA HISTORIA O ALABANZA DE LA SUPREMACÍA BLANCA?
La Guerra Civil que en el siglo XIX enfrentó al norte industrial con el sur agrario dejó como versión historiográfica más difundida que el principal motivo por el que los 11 estados confederados sureños decidieron separarse de la Unión fue la cuestión de la esclavitud, que el gobierno de Abraham Lincoln quería abolir.
Después de ese conflicto, ganado por la Unión luego de que el general confederado Robert E. Lee depuso las armas el 9 de abril de 1865, comenzó una etapa conocida como la Reconstrucción, que se prolongó hasta 1877, y durante la cual los norteños se enfocaron en reunificar la nación y levantar la economía.
Los derrotados, por su parte, pretendieron conservar su influencia política y económica, al tiempo que desarrollaron una interpretación de la contienda diferente a la de los triunfadores: el conflicto, argumentaron, no se debió al tema de la esclavitud, sino a una serie de discrepancias sobre los derechos de los estados.
De ese modo, surgió lo que se conoce como la Causa Perdida de la Confederación, un conjunto de creencias que se expandió fuertemente entre los sureños blancos.
A través de ella se describe la lucha de los territorios secesionistas como un hecho heroico en el que los soldados se entregaron en el campo de batalla a pesar de enfrentar una derrota segura por su inferioridad en número y recursos.
La Enciclopedia de la Fundación Virginia para las Humanidades describe esa expresión como un ejemplo importante de memoria pública, en la que la nostalgia del pasado confederado va acompañada de un olvido colectivo de los horrores de la esclavitud.
Ese conjunto de creencias se solidificó con el paso del tiempo, y a inicios del siglo XX se erigieron en el sur muchos monumentos conmemorativos en honor a militares vencidos, con ceremonias inaugurales que reunieron a miles de partidarios.
La propagación de la simbología confederada coincidió con la aplicación de las leyes Jim Crow que propugnaban la segregación racial y con el auge del Ku Klux Klan (KKK), el movimiento de extrema derecha fundado después de la guerra, precisamente por exoficiales confederados.
En la actualidad, los defensores de los derechos civiles y muchas otras voces sostienen que los monumentos confederados son un homenaje al legado de esclavitud y racismo de Estados Unidos y quieren que sean eliminados, mientras quienes se oponen a esa medida argumentan que las estatuas representan historia y patrimonio.
Trump firmó el 26 de junio una orden ejecutiva que llama a las autoridades de aplicación de la ley a enjuiciar a las personas que dañen monumentos o estatuas federales y que amenaza con retener fondos de los gobiernos locales si no protegen sus propios monumentos del vandalismo.
El mandatario, quien ha sido acusado en varias ocasiones de tener posiciones racistas, había dicho anteriormente, en 2017, que era “triste ver que la historia y la cultura de nuestro gran país se desgarran con la eliminación de nuestras hermosas estatuas y monumentos”.
Además, muchas personas consideran que las estatuas y otros símbolos deberían seguir en sus sitios actuales, pues su eliminación equivaldría a pretender borrar la historia, en tanto otras llaman a mantenerlas con una explicación sobre su contexto.
Sin embargo, en un reporte sobre el tema publicado en 2016, Richard Cohen, expresidente del SLPC, manifestó que en muchos casos esas exhibiciones no tenían como verdadero propósito preservar la historia.
A decir de Cohen, muchos de esos monumentos en realidad “fueron parte de un esfuerzo por glorificar una causa que fue manifiestamente injusta, una causa que ha sido blanqueada por la propaganda revisionista que comenzó casi tan pronto como terminó la Guerra Civil”.
“Otras exhibiciones pretendían ser actos de desafío por parte de los supremacistas blancos que se opusieron a la igualdad para los afronorteamericanos durante el movimiento de derechos civiles”, añadió.
Más allá de la pertinencia de eliminar o no esos símbolos confederados, también hay advertencias de que queda mucho más por hacer en el país en materia de lucha por la justicia racial, por lo que las protestas desatadas tras la muerte de Floyd también hablan de quitar fondos a los departamentos de policía y lograr cambios estructurales que combatan el racismo sistémico todavía existente.