
A pesar de superar las actuaciones de Daegu ’11 y Moscú ’13 y regresar a la senda dorada de los Campeonatos mundiales de atletismo, la décimo quinta edición, que acogió el imponente estadio Nido de pájaro, de Beijing (China), deja cierta insatisfacción en la embajada de Cuba.
No se puede negar el retroceso, aún con el décimo puesto alcanzado en la tabla final de medallas. Los buenos desempeños se circunscriben a determinadas áreas, mientras en otras que mostraron alto nivel, se han alejado de la élite y peor aún, en muchos casos, no existen figuras que auguren un futuro mejor.
Entonces, ¿cómo explicar que el equipo cubano no haya tenido representante en el triple salto femenino? Ese es, entre varios, el ejemplo más evidente y doloroso para la familia atlética de la Isla.
Igualmente, el lanzamiento del martillo y la impulsión de la bala, también en el sector femenino, parecen tener comprometido el porvenir, al igual que el salto alto y la jabalina, entre hombres, sin mencionar otros eventos que, además de carecer de tradición, tampoco muestran un panorama alentador, como las carreras de largo aliento.
Tampoco se trata de que nuestros atletas ejerzan dominio en cuanto certamen de envergadura participen, sino de codearse, en igualdad de condiciones, con lo que más vale y brilla de sus respectivas especialidades, porque a la larga, eso también propicia buenos resultados.

Para tener una idea más exacta de lo acontecido en el Gigante asiático, la Mayor de las Antillas solo accedió a cinco finales, una cifra muy pobre si se pretende elevar el nivel de la disciplina y una confirmación de que el atletismo antillano no transita por su mejor momento.
En definitiva, la justa deparó las coronaciones de la discóbola Denia Caballero y la garrochista Yarisley Silva, y la plata del tripilista Pedro Pablo Pichardo. Asimismo, avanzaron a la discusión de preseas, Yaimé Pérez (disco, 4to), la cuarteta masculina del relevo 4X400 metros (7mo) y Roberto Janet (martillo), aunque este último no pudo ubicarse entre los ocho primeros.
Para Granma, lo más importante fue el disparo de 60.52 metros de la jabalinista Yulenmis Aguilar en la ronda preliminar, y aunque a la reciente recordista mundial juvenil (63.86) no le alcanzó para acceder a la final, demostró que su avance es incuestionable.
De igual manera, sobresalen excelentes registros en varias pruebas, una señal inequívoca del enorme salto cualitativo de este certamen, antesala de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, en el 2016.
Ahí están, entre otros desempeños sobresalientes, los martillazos de la polaca Anita Wlodarczyk, el descomunal envío de Yego, la explosividad del jamaicano Usain Bolt o la potencia del declatonista estadounidense Ashton Eaton, quien destrozó su récord mundial.

Del resto, destacar el asalto de Kenia (7-6-3) a la cima del torneo, para destronar a Estados Unidos (6-6-6) y confirmar sus avances, pues a la reconocida fuerza de sus fondistas, en esta versión llegaron los éxitos del vallista largo Nicholas Bett y de Julius Yego en jabalina. Mientras Jamaica (7-2-3) finalizaba segunda con su tradicional dominio en la velocidad.
Luego se ubicaron Gran Bretaña (4-1-2), Etiopía (3-3-2), Polonia (3-1-4), Canadá y Alemania (2-3-3), y Rusia (2-1-1), al tiempo que Cuba (2-1-0) cerraba el listado de los 10 primeros entre los 42 países que consiguieron, al menos, una medalla.
Sin embargo, la tabla de puntuación fue encabezada por los estadounidenses (213), únicos en sobrepasar la barrera de las 200 unidades; a sus espaldas se colocaron kenyanos (173), jamaicanos (132) y alemanes (113). En ese acápite, los cubanos (30) retrocedieron al décimo segundo escalón, al solo puntear en cinco pruebas.
El mundial de atletismo de Beijing ya es historia, y trascenderá como un gran evento. A los cubanos les sirve de alerta para venideras confrontaciones, si aspiran a mantenerse cerca de la élite.