La agresión psicológica, el maltrato físico y verbal se ha encriptado demasiado en la conducta y las costumbres de las sociedades contemporáneas, que a veces resulta difícil percatarnos cómo somos cómplices y ayudamos a naturalizar la violencia.
Revertir esa situación compleja, requiere de todos y todas. No es una cuestión de “los y las”, de gramática o lenguaje; va más allá, de la identidad, la educación…
Se trata de mejorar nuestras relaciones interpersonales. Es un problema discutido, se sabe, pero en muchas ocasiones queda en el discurso, por eso Juventina Soler Palomino, poeta, investigadora y ensayista, concretó una iniciativa este verano que aúna voluntades para que la violencia, sobre todo la dirigida hacia las mujeres y las niñas, desaparezca.
Las poetisas Lucía Muñoz, Migdalia Mendoza, Zoila Sánchez, Sucel Ortiz y Roselia López figuran entre las musas inquietas que se niegan al silencio y continúan moviendo la creatividad en función de la equidad de género.
“La idea inicial surge de la necesidad de promocionar a las escritoras granmenses, porque muchas veces hay invisibilidad, pero me siento comprometida con mi época, por eso decidí ampliarlo e incluir la equidad de género y, en especial, la violencia hacia las mujeres y las niñas”, explica Juventina Soler, principal coordinadora del espacio.
Este proyecto, que inició el 4 de julio en Bayamo, ha llegado a Manzanillo; La Televisión Serrana, en Buey Arriba; al Centro de desarrollo de las artes visuales; la Casa de orientación a la mujer y a la familia, y en su propuesta integra varias artes; pretende mover la conciencia, y demostrar cómo se articulan, perpetúan y transmiten esos patrones culturales dañinos.
“La literatura lidera todas las actividades, pero va acompañada de las artes escénicas y la música. Yamisleidis Reyes es la directora artística, procesamos estos textos literarios y mediante escenas pequeñas vinculadas con el tema le damos herramientas al público, mayoritariamente comunitario, y en espacios abiertos”.
Su propuesta, auspiciada por la Diección provincial de Cultura, y el Centro del Libro y la Literatura en Granma, apunta hacia lo simbólico, en el terreno donde se compromete la identidad y las relaciones en el microespacio más íntimo de la realidad femenina: el hogar.
“No hay un solo tipo de violencia, intentamos que lo vean. Me preocupan fundamentalmente las jóvenes generaciones, por el alto consumo de productos culturales como la música y videos clip, en los cuales la mujer es un objeto y se resalta lo sexual como estereotipo, eso agrava el acoso y refuerza patrones sexistas.
“Tratamos el machismo como un fenómeno cultural que se transmite de generación en generación, ellas también son actores sociales de transición del machismo, porque somos quienes criamos a los varones y lo potenciamos”.
El mérito no queda solo en sus manos, aunque ella se ha empleado a fondo para coordinarlo, han tocado muchas puertas…
“Estamos en la primera etapa, ha sido bastante complejo, porque aunque en Cuba hay una organización que se dedica a vincular a la mujer con la sociedad, se ha descuidado un poco la problemática de la mujer como sujeto cotidiano.”
En la iniciativa no se aparta la parte masculina al contrario, ellos son partícipes, se integran no solo en la parte del público, a las escritoras se han unido Luis Carlos Suárez, Edwin Caro y David Morales.
“En una ocasión realizamos el espacio La mujer el mundo está…, en alusión al verso de Huidobro que dice “mujer el mundo está poblado por tus ojos”, para que los escritores que nos acompañan compartieran sus obras y tuvo una recepción muy positiva.”
El viernes último cerraron el ciclo de presentaciones estivales, en el café Escaramujo, de Niquero. No obstante, tendremos más de quienes se empeñan aquí, en promover opciones para que hombres y mujeres superemos la sociedad patriarcal, en la que unos ejercen el poder, discriminan, y hasta maltratan a su compañera en el viaje de la vida, de la manera más sutil o descarnada.