Niceto  Pérez: Símbolo del campesinado cubano

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Por Gislania Tamayo Cedeño | 17 mayo, 2017 |
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Oponerse a entregar las 0,8 caballerías de tierra en la cual laboraba para el sustento familiar fue la causa por la que hace 71 años a los hombres que asesinaron a Niceto Pérez no le temblaron las manos aquel 17 mayo de 1946 en la zona  realenga  El Vínculo, en Guantánamo, región del oriente cubano.

Quitaban la vida a un hombre que luchaba con ahínco para salir de la miseria que padecían miles de campesinos maltratados por los gobiernos de turno que se sucedían en Cuba.

Frente a las provocaciones de los terratenientes Niceto respondía categóricamente: “Para quitarme la tierra, hay que matarme”.

Lino Mancebo y su pandilla cumplían la promesa hecha un día cuando le dejaron un mensaje…  “Díganle a Niceto que lo vamos a picotear, como a sus viandas”.

Era una época en que los campesinos no eran dueños  de la tierra que trabajaban y los obreros agrícolas solo laboraban una parte del año, sumándole a eso que la mayoría eran analfabetos.

Además las condiciones de las viviendas eran deplorables, sin servicio sanitario, piso de tierra y muy pocos disfrutaban la electricidad.

El sepelio de Niceto se convirtió en un acto de rebeldía, nada amilanó las fuerzas para continuar la lucha en defensa de sus intereses.

Nada impidió que los pobres extendieran sus proclamas a otros territorios como Realengo 18 y el Valle de Caujerí.

Niceto no pudo ver concretado su sueño, sin embargo su espíritu moral y su odio al chantaje y a las amenazas latifundistas las dejó impregnadas en cada uno de sus semejantes.

La Federación Estudiantil Universitaria (FEU) y la Federación Campesina de Cuba, erigieron un sencillo monumento  en memoria del líder campesino, en el lugar donde cayó asesinado, y en el tercer aniversario del acontecimiento organizaciones campesinas, también con el respaldo de la FEU, instituyeron el 17 de Mayo, como el Día el campesino.

Triunfa la Revolución cubana en 1959 y el 17 de Mayo de ese mismo año se  promulga la Ley de Reforma Agraria en La Plata, en el corazón de la Sierra Maestra, allí Fidel expresó:

“Nosotros entendemos que esta Ley inicia una etapa enteramente nueva en nuestra vida económica y que un esplendoroso porvenir espera a nuestra patria si nos dedicamos a trabajar todos con el mayor ahínco”.

Era este el mejor  reconocimiento a la memoria de Niceto Pérez. La tierra fue entregada a miles de familias campesinas.

Las  mejoras no se limitaron solo a la entrega de tierras, sino que también el acceso a servicios tan elementales como la asistencia médica, las escuelas y los maestros, entre otros, que antes siempre se les había negado.

Dos  años más tarde, surgió la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP),  cuyos miembros están convencidos de un fortalecimiento más pleno y conscientes de que existe un denominador común desde las cooperativas a la nación: Disminuir importaciones e incrementar las exportaciones. Además cumplir con el deber de producir alimentos para el pueblo.

Y con este fin: elevar la producción, se aprobó el Decreto-Ley 259 sobre la entrega de tierras ociosas en usufructo. La decisión por parte del gobierno revolucionario está teniendo buena acogida entre quienes se deciden por seguir cultivando cada pedacito de finca que  brinde bienestar para todos.

Desde 1959, el 17 de Mayo siempre está presente en la memoria del campesinado cubano, y es motivo de jolgorio entre quienes hacen parir la tierra.

 

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