Rafael Corrales Urquiza y Alfredo Paneque Álvarez, dos de los bayameses que colaboraron con los asaltantes al cuartel Carlos Manuel de Céspedes, instaron a las nuevas generaciones a sacar lecciones de la gesta del 26 de julio de 1953.
En un intercambio con miembros de la Unión de Jóvenes Comunistas y trabajadores del Poder Popular, celebrado en la sede provincial del Gobierno, ambos testimoniantes -quienes entonces tenían 13 años- aseguraron que no era un mérito personal haber conocido a algunos de los atacantes al enclave militar bayamés, pero sí constituía un orgullo haberse sumado a la Revolución encabezada por Fidel.
Ambos tuvieron conexión con el grupo de Ñico López, una de las figuras más destacadas en las acciones del 26 de julio de 1953 pues con un disparo cuasó la única baja enemiga fuera del cuartel.
Los dos combatientes contaron anécdotas de su encuentro casual con algunos de los integrantes de la Generación del Centenario y expusieron que ese hecho los marcó para toda la vida.
“No debemos olvidar lo que sucedió aquí en Bayamo, la valentía de aquellos muchachos y de todos los que estuvieron dispuestos a ayudarlos”, expresó Corrales Urquiza.
Tanto Corrales como Paneque sentenciaron que sin la ayuda de varias familias bayamesas varios de los asaltantes no hubieran logrado sobrevivir, pues se encontraban en un terreno desconocido y férreamente perseguidos por los soldados de la tiranía.
El encuentro fue amenizado por piezas musicales de Arturo Jorge y su grupo.