Al pan, pan…

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Por Sara Sariol Sosa | 25 enero, 2016 |
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Como si les perteneciera por derecho propio, directivos de la Empresa Cubana del Pan en Granma, consiguieron transpolar la esencia de aquel viejo apotegma, al balance de su gestión en el 2015.

En consecuencia, no se permitieron hablar de consabidos inconvenientes como problemas de calidad de la harina, la levadura o el mejorador, sino de los defectos que el hombre, por desinterés o irresponsabilidad, le imprime al llamado pan especial, que aunque considerado caro en su irrupción en el mercado, a estas alturas también se ha convertido, como el normado (tal es su demanda), en el nuestro de cada día.

La empresa concretó en la etapa sus compromisos productivos, sin embargo, con similares materias primas, unos elaboran el producto mejor que otros.

Hechos de tal magnitud, hicieron a la entidad hacer valer desde hace algún tiempo, como medida ejemplarizante: donde se compruebe un pan bajo de peso, se sustituye íntegramente la brigada elaboradora.

A muchos podría parecerles una decisión demasiado drástica, no para aquella organización, empeñada en serio en cuidar la imagen de uno de los alimentos históricamente más sometidos a la opinión popular.

Ese compromiso general, se apoya en otros particulares, como el total respeto al plan de gastos, a fin de lograr niveles de producción que satisfagan en elemental medida las demandas, elevadas incluso a partir del hecho de que en no pocos hogares, el pan hoy sustituye las viandas, desde que estas exorbitaron su precio.

¿Cómo lograrlo, si objetivamente los limita la falta de piezas de repuesto y accesorios, los cuales se solicitan en un año y llegan al otro, por demás en cantidades insuficientes?

La respuesta deberá encontrarla cada unidad productora del alimento (24 en la provincia) en el mantenimiento preventivo y la gestión creadora, en la innovación y fabricación que asigna ir  más – en parte se ha hecho-, a buscar apoyo en talleres disponibles en otras entidades de cada municipio, a potenciar una necesaria cooperación territorial para fabricar las piezas mecánicas y recuperar las eléctricas.

Junto a estos, otros dos desafíos han sido planteados para los trabajadores de la entidad: uno es avanzar más en la aplicación de medidas para ascender en la inocuidad del alimento (desde la higiene y el uso de la bata sanitaria hasta el prohibido parqueo de bicicletas en el área de producción).

El otro, diseñar una estrategia de venta que tenga en cuenta, hasta donde sea posible, a quienes en su condición de cuentapropistas registrados, llevan el producto hasta los barrios, pero sin afectar, como en ocasiones sucede, el servicio de aquellos pobladores que  prefieren adquirirlo  en el mostrador.

Si todas las unidades consiguen ganar esas apuestas de organización, calidad y eficiencia, la empresa podrá llevar este año todas sus estructuras a la categoría de Modelo, aspiración que se hará efectiva si cada día, y cada mes, se produce en el interior de estas, un constructivo debate, donde al pan -como sucedió en este balance-, se le llame pan.