Un acto de amor que es preciso defender

Share Button
Por Zeide Balada Camps | 24 octubre, 2015 |
0

Para los bayameses octubre no solo trae la lluvia; este mes huele a remembranzas, a historias añejas tejidas en el alma de nuestra nación. Es un tiempo de fiestas y honores a aquellos primigenios hijos de la comarca que abrazaron su suelo y salieron a defenderlo porque en su pecho brotaba la simiente del amor a Cuba: la Patria.

Ligado indisolublemente a aquellas circunstancias comenzamos a forjar la identidad nutrida del indio, español, africano, y de todas aquellas vidas que sedimentaron tradiciones, le dieron brillo, color y esencia a lo que somos hoy.

Por eso el reto es todavía mayor para los bayameses cuando tratamos de hacer una fiesta que celebre la cubanía – en mi opinión, esta podría ser la celebración más importante de nuestro país, aunque aún sus dimensiones, organización y resultados no tengan toda la coherencia de esa aspiración que no es solo mía, ya lo dejó claro el ministro de Cultura Julián González, en sus declaraciones a La Demajagua Digital: “Esta es una fiesta que se hace en Bayamo, en Granma, pero no es solo de los granmenses ni de los bayameses”.

No obstante, este año la XXI edición de la Fiesta de la cubanía tuvo otras connotaciones, la caracterizó una mayor participación popular en las actividades públicas. La música, la literatura, el cine, las artes plásticas y el teatro atrajeron mayor presencia de jóvenes y muchos agradecieron la posibilidad de disfrutar, junto al talento de la provincia, de las disertaciones de los investigadores Eduardo Torres Cuevas y René González Barrios y de los escritores Reynaldo González y Abel Prieto Jiménez; de las actuaciones de María Eugenia Barrios, Pancho Amat, Buena Fe, Yoyo Ibarra, Adrián Berazaín y Haydeé Milanés; de las funciones de Teatro del Viento, de Camagüey, y del Ballet de Lizt Alfonso, invitada especial en otras ediciones.

En esta oportunidad, sobresalieron entre las ofertas cinematográficas las presentaciones de los filmes Café Amargo, del realizador Rigoberto Jiménez, La Emboscada, de Alejandro Gil, y el documental Haydée por siempre, de Esther Barroso.

La fiesta ya no se circunscribe solo a ese espacio académico que es fundamental, sino que a la par de este pueden convivir, de forma segura, el arte y las tradiciones y esta vez las ofertas estuvieron balanceadas.

En tal sentido, el Ministro de Cultura refirió: “Ahora es un evento que incluye todas las artes y el pensamiento. Creo que este puede convertirse en uno de los sucesos más importantes que pueda traer a otros amigos y artistas del mundo, motivados e interesados en los valores de la cultura cubana y que concurran a Bayamo a nutrirse de esas fuentes”.

Para eso aún falta desterrar los cambios de horarios y locales a última hora y sin previo aviso, hecho que desorienta al público y resta calidad a la cita, en este punto es preciso meditar sobre los recursos de los cuales disponemos y privilegiar la cantidad sobre la calidad.

La cubanía está compuesta de tantos elementos y se nutre de las expresiones perdurables en todo el país; considero que a nuestro convite le falta tejer con más detalle y tino el hilo que enlaza las cuentas de ese collar diverso y plural que mostramos.

A nuestra rememoración del estreno del Himno Nacional el 20 de Octubre, le falta que el pueblo entone con orgullo el canto patrio, en un minuto tan simbólico.

Este debiera ser para los bayameses un acto de sobrada belleza y emociones compartidas, para que quienes vengan de fuera entiendan el porqué de la celebración, pues la cubanía expresada en esa marcha es un acto de amor que nuestra fiesta tiene la obligación moral de honrar, con la misma entrega y sentido de pertenencia que nuestros antecesores defendieron estas tierras.