Para gustos, juguetes

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Por Melitza Vargas | 28 julio, 2021 |
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FOTO/ Autor desconocido

Era su quinto aniversario de bodas y Alicia esperaba a Carlos con el ramo de rosas blancas que le regalaba año tras año. Para su sorpresa, él le entregó una caja envuelta en papel rojo y cintas doradas.

Ella se horrorizó cuando descubrió en el interior del estuche un aparato que imitaba casi a la perfección el pene de su marido, un consolador.

Los juguetes eróticos se vuelven en el mundo cada vez más popular como una vía de obtención del goce, ya sea en compañía o en solitario, ayuda a las personas a alcanzar el clímax, llevándolas hasta donde su imaginación lo permita.

En Cuba, aunque no suelen involucrarse esos complementos sexuales en la intimidad, las personas no pierden interés en el tema, que desde las civilizaciones antiguas forma parte de la cultura del placer del individuo.

Entre los más conocidos figuran los dildos o consoladores, anillos para el pene, bolas chinas y vibradores. Constantemente impresionan por sus avances tecnológicos, tal es el caso de este último, al que se le incorpora en determinadas variantes una cámara de video que permite la exploración del interior de la vagina o el ano en tiempo real.

Dentro de ellos se incluyen, además, las lencerías y disfraces sexys, juegos de mesa, productos cosméticos con fines afrodisíacos y otros.

Pero los juguetes sexuales no son cosa de ahora. Varias bibliografías coinciden en que los antiguos griegos, egipcios y romanos fabricaban consoladores de piedra, cera, madera, metal, cuero y otros elementos naturales.

Se especula que la sensual Cleopatra poseía un consolador de oro macizo que le regaló Marco Antonio, su amante más reconocido, y que la primera juguetería sexual data de la época del renacimiento italiano.

Mas, su uso no quedó en el disfrute. A finales del siglo XIX y principios del XX, los vibradores se empleaban como instrumento médico para “curar” la histeria femenina, cuyos síntomas eran la ansiedad, fantasías sexuales y excesiva lubricación vaginal, o cualquier tipo de comportamiento “extraño” en las mujeres occidentales.

En ese entonces, los doctores le masajeaban el clítoris a las féminas que presentan esa condición con un vibrador, hasta producirles el orgasmo. El procedimiento era bien aceptado por la sociedad, al extremo que se convirtió el aparato en el quinto electrodoméstico electrificado en el período.

Luego comenzaron a aparecer en películas pornográficas y perdieron su prestigio, razón por la cual su uso fue considerado por algunos como una práctica pecaminosa y representativa del límite más obscuro de la sexualidad humana, en el que no se reconocía el lugar de la mujer en el disfrute pleno de su sensualidad.

Todavía en la actualidad existen falsas creencias entorno al manejo de estos artilugios. Sobre los juguetes sexuales la revista digital Mejor con Salud enumera los siguientes mitos y tabúes de hoy: solo lo utilizan las personas pervertidas, son nocivos para la salud, reemplazan a la pareja sexual y la gente “normal” no los usa.

Por suerte, en los últimos años se generaron cambios socio-culturales que reconfiguraron los hábitos y formas de asumir el sexo en las parejas y también la masturbación y el autoerotismo.

De acuerdo con una investigación difundida en 2019 por la Universidad de San Buenaventura, Colombia, con el empleo de juguetes eróticos se logra que las mujeres tengan una posición más activa en el sexo y en numerosos casos de mayor dominación que el hombre; lo que indica que ya la expresión del deseo y goce sexual es un derecho legítimo para ambos.

A consideración de la publicista española Bárbara Montes, quien es también una de las redactoras de la Academia Erótica de Diversual, entre los beneficios que implican la utilización de estos objetos destacan: aumento de la cantidad y calidad de los orgasmos, incremento de la elasticidad y lubricación, ejercitación de determinadas zonas del cuerpo y reforzamiento de la comunicación y la confianza en las parejas.

En este sentido, según el sitio web del Grupo Hospitalario Quirónsalud, los también conocidos como juguetes para adultos, no solo ayudan a alcanzar el clímax, sino que pueden utilizarse con fines terapéuticos en el tratamiento de algunas disfunciones sexuales tanto en hombre como en mujeres.

Luis y su esposa incluyen frecuentemente consoladores y vibradores en sus relaciones íntimas, esto les ha permitido evitar la monotonía sexual, experimentar nuevas sensaciones y crear fantasías diferentes.

“Al principio lo hicimos para probar y fue en extremo gratificante, ahora quisiéramos tener el escaparate lleno de juguetes eróticos con funcionalidades distintas”, comenta Luis.

Por otro lado, Claudia prefiere utilizar los suyos cuando está sola, explora su propio cuerpo y descubre en él las capacidades para generar y sentir placer.  A pesar de esto, no se niega a la posibilidad de incorporar en las relaciones sexuales con su pareja algún dispositivo de esa índole.

“Me permite conocerme a mí misma, descubrir lo que me gusta y lo que no me gusta y así autosatisfacerme muchísimo más cuando me masturbo. Es una forma de liberarme y alcanzar el orgasmo cundo mi novio no está cerca, lo que ha favorecido también nuestra intimidad porque sé exactamente dónde quiero ser estimulada durante el sexo”, agrega Claudia.

Usar juguetes sexuales es una decisión muy personal de cada cual. Aunque actualmente estos se confeccionan con materiales saludables, preservar la seguridad de sus consumidores depende en gran medida de la higiene y el cuidado con que se manejen.

Una encuesta anónima realizada por plataforma Platanomelón.com a 65 mil usuarios, revela que en el 2018 la lista de los juguetes para adultos más vendidos está encabezada por el masajeador de clítoris, seguido por los lubricantes, el vibrador conejito, los estimulantes y el masturbador para hombre.

La industria de los juguetes sexuales crece progresivamente para satisfacer las demandas de un público cada día más numeroso y con menos prejuicios en cuanto al empleo de estos artefactos. Amplía su abanico de opciones en la exploración del universo sexual, enriqueciendo el autoerotismo de las personas y las relaciones íntimas de las parejas.

Lamentablemente el país caribeño no cuenta entre su red de mercados con tiendas que comercialicen estos dispositivos, algo que debería valorarse, pues el tema suscita el interés de los ciudadanos y debido a la desinformación sobre el asunto, en ocasiones es visto desde una postura prejuiciosa.

Enorme fue también la frustración de Carlos. Alicia, ofendida, devolvió el singular regalo a su cónyuge y se negó rotundamente a usarlo. Alegaba que “eso” era una aberración y que las mujeres “decentes” no hacían ese tipo de cosas.

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