El 17 de septiembre de 1957, hace 58 años en Pino del Agua, sitio de la Sierra Maestra las fuerzas rebeldes demostraron con astucia el poder de su ejército.

En este lugar se produjo un combate que dejó múltiples experiencias para enfrentamientos futuros, pero, sobre todo, sirvió para acrecentar el prestigio de dos estrategas militares: Fidel Castro y el Che Guevara.

El Guerrillero Heroico en el libro “Pasajes de la guerra revolucionaria”, hace un recuento sobre el plan de los insurgentes, que todavía no llegaban a 10 meses de vida en las montañas:

“Toda la tropa ocupó el caserío aquella noche y Fidel dejó conocer su itinerario al caserío del lugar, calculando que algo se filtraría al ejército (…) Mientras la columna de Fidel seguía su marcha hacia Santiago, a la vista de todo el mundo, nosotros dábamos un rodeo en la noche y nos emboscábamos a la espera del enemigo”.

Después de permanecer siete días –que parecieron meses- en el camino que sube del poblado de Guisa, las fuerzas guerrilleras observaron que cinco carros de una compañía enemiga se acercaban; después sobrevendría el ataque sorpresivo que terminaría en éxito.

Según lo detallado por el Che, al caserío de Pino del Agua, llegaron el 10 de septiembre de 1957 los integrantes de las dos columnas que entonces tenía el Ejército Rebelde: la número uno directamente encabezada por Fidel y la cuatro dirigida por él.

El choque dejó cinco bajas al ejército de la tiranía –tres muertos, un herido y un prisionero-; los insurgentes, por su parte, capturaban valiosas armas y perdían en combate al soldado José de la Cruz.

Cinco meses después tendría lugar otro combate mucho más violento y largo en ese propio sitio.

Pino del Agua sería escenario de otro triunfo revolucionario. Volvería a entrar en la historia con olor a barba guerrillera, a traje verde olivo y a victoria.