Ponerle “sazón” a la clase

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Por Mailenys Oliva Ferrales | 23 diciembre, 2019 |
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Para satisfacción de quienes seguimos el espacio televisivo de la novela, la más reciente producción nacional ha logrado rescatar la “magia” -ya casi perdida- de estas propuestas que durante años reunieron en las noches a la familia cubana.

En “Entrega” hay mucho de buena trama, loables actuaciones y escenarios creíbles, pero gran parte de su éxito radica en la manera sensible y real en la que se ha abordado un tema tan necesario como las luces y sombras del magisterio, los alumnos de estos tiempos y la labor incansable de los profes como Manuel(su personaje protagónico).

Sí, porque en las aulas de Cuba, a pesar de las carencias materiales, de las limitaciones tecnológicas y de las complejidades cotidianas hay muchos Manuel, llamados, quizá, Pedro, Ana, Caridad o Alberto…, quienes apuestan todos los días por una enseñanza mejor.

Maestros que dignifican la profesión en cualquier parte de nuestro archipiélago con obras tan sencillas pero inmensamente humanas como la de recorrer a diario varios kilómetros por abruptos senderos para enseñar en una escuelita rural; o la de llevar la escuela acuestas hasta los hogares de los pequeños que no pueden por determinadas condiciones físico-motoras asistir a clases; o la de no solo impartir unaasignatura, sino además, guiar, apoyar, gestar valores.

Profes, que como el propio personaje de Manuel, también tienen familias, situaciones personales y retos que enfrentar, pero conscientes de que en ese espacio sagrado que es el aula deben dar siempre lo mejor de sí, porque ahí se forma el futuro de esta nación de todos.

Educadores que, sin perder nunca el norte de los programas académicos, saben cómo ponerle “sazón” a la clase con lecciones que trascienden las fronteras de la escuela y quedan para toda la vida.

Ejemplos sobran. De mi tránsito por las aulas puedo hablar de aquella maestra que en pleno período especial a falta de recursos gráficos se las ingeniaba con pega casera y recortes de revistas para que la Educación Laboral no perdiera su encanto; o de aquel profe que nos enseñó que la Historia es más que hechos y fechas; y de aquel otro docente que en la universidad iniciaba sus turnos enamorando a un inquieto grupo de estudiantes de Periodismo con la lectura de crónicas y reportajes en vez de comenzar diciendo: el asunto de hoy es…

Esos son los profes que necesitamos y queremos en nuestro sistema educacional, los que se reinventan cada jornada frente al pizarrón, los que no se permiten un bostezo de sus alumnos porque les sobra talento para mantener vivo el interés por el aprendizaje, los que saben convertir su asignatura en la favorita, los que no se rinden ante los obstáculos de la profesión y de la vida misma, los que se apasionan… los que se entregan.

Porque de amor, paciencia, altruismos y sacrificios está llena esta labor de hombres y mujeres que merecen mucho más que el agasajo en el día del educador cada 22 de diciembre, aunque para muchos de ellos, su mayor recompensa siga siendo la de ser llamado por una y otra generación: “mi profe”.

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