Granma tiene más del 70 por ciento de sus suelos degradados y  comprendidos entre las categorías  III y IV, que requieren prácticas de manejo y conservación más cuidadosas e intensivas para lograr producciones  de moderadas a óptimas en forma continua.

Neuris Viamonte Machado, jefe del departamento de suelos de la provincia destacó que la creación de polígonos de los polígonos de suelos, agua y bosque son áreas demostrativas donde se ejecutan numerosas medidas de conservación para mitigar los efectos del cambio climático.

“En estas áreas aplicamos barreras muertas y vivas en función del factor limitante que está afectando el suelo, por ejemplo, donde hay una pendiente de más de cinco por ciento podemos construir  barreras vivas o muertas.

“Según el nivel de la pendiente, así será la distancia a que podemos poner la barrera entre cinco y 25 metros cada una. Su objetivo es detener el golpe de agua que vienen desde la parte más elevada a la menos  elevada del área que es quien nos arrastra el suelo y nos lo hace perder.

“Ahí se va haciendo la acumulación  de suelo fundamentalmente  en toda la ladera de esta barrera y recuperamos el suelo haciéndolo más productivo para las generaciones futuras a quienes debemos entregar”, comentó.

Hoy la provincia cuenta con 12 polígonos de suelos entre ellos destacan los municipios de Jiguaní, Manzanillo, Bartolomé Masó y Guisa.

“Este último territorio  es ejemplo en la conservación de suelos. Los cafetaleros sobre todo en la zona de montaña conservan el suelo por oficio, con una rigurosa disciplina”, destacó Machado.

El decreto 179/1993 obliga a los productores en sus artículos 14, 15 y 16 a conservar el suelo, o sea, que cuando entregamos la tierra a los usufructuarios  exponemos  los factores limitantes  que tiene el suelo  y una obligación de las medidas fundamentales que debe ejecutar para mejorar su calidad.