Preservando la tradición desde las montañas

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Por Darielis Calzada Alarcón (Estudiante) | 20 octubre, 2020 |
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FOTO/Rafael Martínez Arias

La cultura cubana es conocida a nivel internacional, sus costumbres y tradiciones sorprenden a cada persona que se adentra en ellas. El cubano constituye el resultado de un proceso de transculturación que en el devenir del tiempo formó una identidad propia. El típico campesino es la representación clara de esa identidad criolla que simboliza al pueblo de la Isla.

Es diferente a las demás, pero lleva en sí la huella de muchas civilizaciones, el aporte de la cultura aborigen, la hispánica, el legado de los pueblos africanos, los norteamericanos y hasta la cultura de pequeñas islas como Haití, fueron de significativa importancia en el proceso de transculturación de la Mayor de las Antillas.

Fernando Ortiz definió la cultura cubana como un ajiaco, la mezcla de diversas culturas que permitió el renacer de otra completamente nueva. Decía que lo cubano viene dado porque la cubanía presupone un acto de voluntad: Cubano es el que quiere serlo, el que se propone serlo asumiendo, al mismo tiempo, los valores de nuestra identidad y el propósito de recrearlos en la práctica.

¿Quién no se ha sentido cubano entonando la Guantanamera o luciendo un sombrero de yarey? Los ritmos característicos de la música campesina, los bailes tradicionales, como el son y la guaracha, esa guayabera que distingue en todas partes, componen entre otros aspectos nuestra identidad.

Como dijera Ambrosio Fornet, cultura es todo lo que no es naturaleza, todo lo que ha sido elaborado por la acción, la inteligencia o la imaginación del ser humano.

En las montañas granmenses, dentro de su entramado sociocultural existe un evento que de forma singular aborda la historia, el patrimonio y la cultura en el ámbito comunitario, el Encuentro de Arrieros y Fabulaciones Serranas, que tiene lugar en Buey Arriba.

Ledesme Garcés Rosales, presidente del Club de Arrieros Rogelio Garcés Espinosa, relata que los encuentros formaron parte de un proyecto para atender a los arrieros.  Con solo 14 participantes reunidos en la zona de La Otilia, se realizó la primera cita en el año 2000; pero el efectuado en el  2003 se consideró el primero, este tuvo mayor participación de otros municipios como Bayamo. En  esta ocasión, trascendió un desfile que representó el modo en que los arrieros cargaban las provisiones hacia las montañas.

Desde  los tiempos coloniales hasta hoy día, el singular oficio de arriero ha ocupado un lugar significativo dentro del territorio. Este medio permite conectar el llano con las zonas  más  intrincadas  de las montañas.

CUBANO DE PURA SEPA

Con el objetivo de difundir el patrimonio inmaterial del Plan Turquino y resaltar las influencias del arriero en la vida cultural del lomerío, el Encuentro de arrieros y fabulaciones serranas, se efectúa en julio, con frecuencia anual, según informó Ledesme Garcés.

Las competencias entre arrieros reflejan tradiciones campesinas, de carga y descarga de mercancías, corridas de cinta, el desmoche de palmas y otras actividades.

Los útiles que emplean los arrieros pueden ser apreciados mediante una exposición que no falta cada año. Montura de arriero, freno, bozal, jáquima, aparejo, atajarrias y los instrumentos de los herreros cubren las mesas y los estantes.

Como refirió Carlos Rodríguez Lora, especialista del Centro Provincial de Patrimonio, en las festividades de los arrieros no faltan las costumbres típicas del campesino, reconocidas como patrimonio nacional, el lechón asado en púa, el café natural, tostado y colado en un portacolador de madera y tela, la música del órgano o de un grupo musical tradicional.

Rodríguez Lora significó las peculiaridades de la figura del arriero. Este viste generalmente sombrero de yarey, al cuello un pañuelo, la camisa de mangas largas, pantalón de fuerte membrana, cinturón de cuero, las botas de tipo mexicanas, polainas y espuelas. Entre sus utensilios están el fuete, cuchillos. Las jáquimas de los mulos son muy atractivas,  pues al ser tejidas con hilos de estambre de diversos colores le dan peculiaridad a las arrias junto al estruendoso cencerro que anuncian su andar.

UN ESPACIO PARA EL ARTE

Los arrieros también dejan un espacio a la literatura y las artes. Cada mes se abre un coloquio en el espacio Artes con palabras, donde especialistas de diversas manifestaciones aportan sus conocimientos.

La noche de los aparecidos, es parte de la creación del patrimonio intangible con fabulaciones, mitos y leyendas. Como su nombre lo indica está relacionada con la espiritualidad. De manera espontánea participa el pueblo narrando las leyendas de sus zonas, es totalmente un proceso de creación que promueve el desarrollo del potencial de cada ciudadano.

Por los peligrosos senderos de la montaña se podía escuchar el canto de los cencerros, 10 o 12 mulos  junto a su arriero, bordeando precipicios, fatigados por el sol y muchas veces alumbrados por la luna, forjaron un oficio imprescindible y a la vez crearon un tejido sociocultural que se ha mantenido como un aporte significativo a la cultura cubana.

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