Privilegiada

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Por María Valerino San Pedro | 19 marzo, 2021 |
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FOTO/ Autor desconocido

Desde que tuve edad suficiente para razonar, me sentí privilegiada, porque recibir de manera gratuita una educación, primero de nivel primario, y luego en la flamante escuela vocacional José Martí, de la provincia de Holguín, ya de por sí significaba ser favorecida, amén de todas las otras prerrogativas sociales y de salud a las que tenía acceso de manera gratuita.

Por estos días ese sentimiento, ya muchísimo más afianzado por innumerables razones, se ha removido, pues en la serie colombiana Enfermeras algunos familiares de pacientes enfermos de Covid-19, aclamaron por medicamentos cubanos, como vía para salvar la vida de sus seres queridos hospitalizados.

Enfermeras tiene como trama el universo dramático de los hospitales públicos en ese país latinoamericano a través de esos “ángeles de blanco uniforme”, que en cada capítulo ofrece una visión íntima y cotidiana de varios de esos profesionales del hospital Santa Rosa de Bogotá, y sus vínculos afectivos con sus pacientes.

Sin ambages ni sutilezas mostraron el verdadero rostro de la terrible enfermedad producida por el SARS-Cov 2, que daña por igual a pobres o ricos, negros o blancos, profesionales e iletrados, que allí recibían tratamiento, sofisticado por cierto, pero no tan efectivo como el que se utiliza en Cuba, pues muchas personas pedían a la dirección del centro le aplicarán a sus familiares el Interferón.

En ese país, el valor pactado para recibir, por ejemplo, 10 días de atención y tratamiento en la unidad de terapia intermedia de adultos suma 15. 870.133 pesos colombianos, y si se trata de la unidad de cuidados intensivos se eleva en igual cantidad de días a 30.854.200.

Todo lo anterior, al compararlo con el precio de los ingresos y tratamientos en Cuba, deviene sólo una demostración de la solidez de nuestro sistema de Salud y de la valía de los seres humanos en la sociedad cubana, pues aquí el costo está relacionado nada más, con la exigencia a la disciplina y el cumplimiento de los protocolos de seguridad.

El Interferón está al alcance, libre de costos, no solo de quienes se han contagiado con el nuevo coronavirus, sino de los sospechosos con resultado positivo en el test de antígeno, y la labor previa a la hospitalización, en Granma por ejemplo, suman más de 50 los centros, mayoritariamente adaptados para el ingreso de pacientes, se inicia con la divulgación y educación de los pobladores; continúa con la pesquisa diaria casa a casa en busca de síntomas respiratorios y suma los cuerpos de guardia de urgencias para casos de este tipo.

Es cierto que todo es perfectible, pero los protocolos de atención establecidos en el país son meritorios, al igual que el desvelo de autoridades partidistas, gubernamentales y de salud por detener el rebrote de Covid-19, aunque no así la respuesta de una parte de la población, en cuanto a la disciplina y el autocuidado.

Todo lo expuesto corrobora nuestro privilegio, la suerte de haber nacido y vivir en este país, asfixiado por un férreo bloqueo de una inaguantable cantidad de años, con serias dificultades económicas, pequeño, pero inmenso, faro de muchos y distinguido en el mundo.

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