Rafael Rodríguez Ramos comparte el criterio de que las casas cuentan la historia de los pueblos, por eso es un apasionado de la arquitectura y de la conservación del patrimonio edificado.
Su amor por el arte de proyectar y construir viene desde pequeño, pues le llamaban mucho la atención los inmuebles antiguos, sobre todo sus formas y estilos. Por ello a muchos no sorprendió su decisión de estudiar técnico-medio en construcción y luego ingresar a la Universidad de Oriente para graduarse como arquitecto.
Tras obtener su título marchó hacia la Universidad de Camagüey para cumplir su servicio social y posteriormente regresó a Bayamo, su tierra querida.
“Al retornar a mi ciudad natal en 1985 tuve la dicha de que se estuviera gestando el grupo de restauración, en el cual necesitaban un joven arquitecto que hiciera los trabajos de preservación del centro histórico de Bayamo, y para suerte mía fui escogido.
“Desde ese año y hasta el 2003 estuve en el grupo y luego me incorporé como investigador a la Casa de la Nacionalidad, porque siempre me interesaron los estudios acerca de la historia de las edificaciones”.
Como amante de las tradiciones asegura contribuir -desde su puesto- a la salvaguarda de la memoria, por eso defiende a ultranza la protección del patrimonio, pues el hombre vive en las ciudades y necesita de esa espiritualidad impregnada en las construcciones que aderezan sus calles.
Fiel enamorado de su profesión confiesa disfrutar el descubrimiento de los valores históricos de un inmueble y contribuir, además, a su reparación respetando la arquitectura inicial e intercambiando criterios con los ejecutores.
Por eso considera a sus resultados de trabajo -gracias a los cuales obtuvo recientemente un reconocimiento del Centro provincial de Patrimonio Cultural- como un fruto del apoyo de sus compañeros, quienes también están comprometidos con la conservación de la Ciudad Monumento y a los cuales agradece la inyección constante de energía.
Rodríguez Ramos después de tantos años laborando en el centro histórico de Bayamo, no puede esconder su pasión por algunos sitios emblemáticos de la legendaria urbe.
“Disfruto mucho las viviendas antiguas y la parte colonial de la Plaza del Himno, porque ahí ocurrieron los sucesos más importantes de esta ciudad. Allí está la iglesia, las construcciones domésticas y el río, el cual ahora no tiene tanta importancia como antes pero aún sigue siendo un símbolo.
“También adoro la Plaza de la Revolución, la Casa de la Trova y la sede de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), porque estos lugares son íconos de la cultura bayamesa y nuestro deber es mantenerlos como representantes de nuestra identidad.
“Me sentiría muy triste si un día dejáramos perderlos y no apoyáramos su cuidado. Sufriría de igual manera si en algún momento se eliminaran eventos como la Fiesta de la Cubanía, en la cual se incentiva la restauración y la defensa de nuestra idiosincrasia”.
Antes de dar fin a nuestra conversación quiso aconsejar a los más jóvenes: “Para desempeñarse bien en esta profesión es necesario conocer el pasado y nuestros antecedentes. Se debe saber cómo se construía antes y no olvidar la arquitectura precedente, porque esa también tiene sus valores y de ella deriva nuestro desarrollo actual”.
Parabéns por sua trajetória profissional. Congratulações de sua turma de colegas brasileiros