Al inclinarse a coger un proyectil, para dispararlo a los contendientes, nota que la pierna derecha de su pantalón color beige está empapada en sangre. Concentrado en regar gasolina, prenderle fuego y lanzar chinas pelonas a los policías, no sintió la entrada de la bala en su cuerpo.
Pronuncia un fuerte y asustado, ¡estoy herido! Acuden a socorrerlo y en una bicicleta lo trasladan al Hospital General Milanés, donde le descubren un gran agujero en la parte anterior del muslo, por el cual salió el plomo sin interesarle el hueso.
“Yo no era estudiante. Trabajaba de limpiapiso en la tienda de ropa Los Buenos Precios. Ese día estaba allí, en el parque (Maceo Osorio), y llega uno diciendo ‘hay una rebambaramba en la Escuela del Hogar’, entonces, miro a un socio que estaba conmigo, haciendo tiempo, y le comento, bueno, compay, vamos a ver qué pasa, y pa’llá fuimos, posicionándonos cerca, poniéndonos a cargar piedras y a tirarlas.
“Alguien me manda a comprar gasolina y no querían despachármela, pero como era hijo de un chofer de alquiler lo hicieron, al regresar la regué y prendí fuego, cerca de La Guareana. Parecía que Bayamo ardía otra vez, como en 1869”.
José Rosales Garcés, Pepito, tenía 16 años de edad cuando se involucra, casualmente, en los sucesos de la toma de la Escuela del Hogar, la ahora escuela de Enseñanza Primaria Nguyen Van Troi, en la avenida Francisco Vicente Aguilera, en Bayamo.
Al cabo de varios días de hospitalización, retorna sano y salvo a su hogar y al trabajo, transitando una vida tranquila hasta el presente, con un par de hijas mellizas que son, asegura feliz, su mayor capital.
LA ACCIÓN
La disolución violenta, en La Habana y Santiago de Cuba, de manifestaciones estudiantiles en conmemoración del aniversario 84 del fusilamiento de los ocho estudiantes de Medicina, motiva a los principales dirigentes de los planteles de la Enseñanza Media en Bayamo (Escuela de Comercio, Escuela del Hogar, Escuela Técnica Industrial), a organizar acciones en solidaridad con los jóvenes reprimidos, y de condena a la actuación de las fuerzas policiales.
Se reúnen en horas de la mañana del 30 de noviembre de 1955 y acuerdan “agrupar el mayor número posible de estudiantes de los distintos centros, para la toma de uno de ellos y desde este, mediante una coordinación con un locutor de la radioemisora CMKX, lanzar nuestro repudio al régimen”, dice en memorias del suceso, José Manuel Mendoza Licea, ya fallecido, en aquel momento presidente del taller de Química de la Escuela Técnica Industrial General Milanés.
Mendoza Licea, Iván Leyva y Bilbaín Milán, igualmente dirigentes estudiantiles, son detenidos un corto tiempo. Una vez liberados, marchan a sus respectivas instituciones docentes y arengan a los alumnos a la toma de la Escuela del Hogar.
Ejecutan la acción al atardecer y las autoridades locales no demoran en llegar. Como saben que así sucederá, antes colocan cajas de cartón en la azotea del edificio ocupado, llenándolas de piedras.
Entran unos 200 escolares y Rafael Lapinel Rivero se comunica con la emisora mencionada. Transcurridos solo unos minutos arriba el jefe de la Policía “con cinco agentes e intenta entrar por la fuerza, siendo rechazados por una lluvia de piedras que destrozan los cristales y carrocería de su auto particular”, precisa Mendoza Licea.
MANUEL ATOCHA RAMÍREZ
Hijo de talabartero, tenía 19 años, por el día limpiaba piso y despachaba en la tienda Los Muchachos, hoy TRD, en Paseo de General García; por las noches, estudiaba.
Precisa que la toma de la Escuela del Hogar la organizan los que están dentro de ella, y la concurrencia al lugar de quienes se encuentran en sus alrededores la orienta Jesús Martínez, más conocido por Pochocho, al decirles a varios muchachos: es preciso formar un grupo de apoyo, y así lo hacen.
INDALECIO GUILLÉN LAURENCIO
Estudiante de quinto grado en la escuela José Antonio Saco y ayudante de carpintería. Hijo de cochero.
“Me involucro en el acontecimiento porque vivo frente a la Escuela del Hogar, en la calle Ramírez, y al ver la revuelta, a jóvenes tirando piedras, muchacho al fin, me sumo y también lanzo, no sabía por qué lo hacía.
“Es un enfrentamiento desigual: piedras contra tiros, y lo prueba la pierna herida de Pepito. Allí estaba un señor llamado Érico, disparando con un revólver 38, es muy posible que lo hiriera él.
“Aquello motiva me capten, años más tarde, para el Movimiento 26 de Julio. Lo hace el capitán Orlando Lara, quien me explica el significado de Revolución”.
JOEL SÁNCHEZ LEYVA (BAYAMITO)
Anochece, el aire es fresco y el quinceañero hijo de campesino marcha a pie hacia la panadería de Luisa Miniet, donde pasará la noche, para salir antes del amanecer a repartir pan a domicilio. Ve jóvenes en movimiento y les escucha decir que en la Escuela del Hogar se ha formado algo tremendo y vira hacia ese foco de tensión.
“Nosotros fuimos a buscar piedras del río, de la calle, y a lanzárselas a los policías, y ellos a tirar tiros. Cuando hieren a Pepito, salgo ligero y en una esquina me encuentro a uno disparando, a mí me hizo unos disparos diciendo: ‘Oye, revoltoso, revoltoso’”.
Después del triunfo de la Revolución, Bayamito visita al mencionado pistolero y le dice: “¿Te acuerdas que tú estabas tirando tiros allí?” y este le ruega: “Ay, compay, amigo mío, no vayas a decir nunca lo que yo estaba haciendo ese día”, prometiéndole no hacerlo mientras él viviera, y aunque ya falleció, prefiere callar.
JOSÉ MANUEL BETANCOURT COMA (BEBO)
En la casa de este hijo del tesorero del Centro de Veteranos de Bayamo, al cual ayudaba, combatiente clandestino del Movimiento Revolucionario 26 de Julio, tiene lugar el diálogo con estos participantes en la ocupación de la Escuela del Hogar, hace 60 años.
Es de hablar pausado y le cuesta hacerlo de sí mismo, por lo que sus invitados se encargan de aclarar: “Bebo no solo tomó parte en el hecho reseñado, lanzó bombas incendiarias, hizo atentados al servicio eléctrico y colaboró con los combatientes revolucionarios”.
TRAS LAS REJAS
Las memorias de José Manuel Mendoza Licea refieren que el apoyo dado a los policías por soldados de la Guardia Rural acampados en el cuartel Carlos Manuel de Céspedes, y de un regimiento estacionado en Holguín, y agotarse el parque de los ocupantes de la institución, les permite sofocar la acción estudiantil.
El saldo es: Héctor Gómez Quesada, José Rosales Garcés, José Martín González y Alberto Ríos Torres heridos de bala, el último, de suma gravedad, más Gustavo Saborit, a quien un culatazo de un esbirro le fractura la mandíbula.
Detenidos: Bilbaín Milán (traicionó más tarde), Iván Leyva Casamor, Pucho Dural, William Selva Álvarez, Pablo Olivera, Manuel Joa, Rafael Lapinel Rivero y Mendoza Licea, trasladándolos primero al Vivac municipal y más tarde al provincial, en Santiago de Cuba, donde los mantuvieron varios días.
Mendoza Licea dedica sus memorias a Marianito Tamayo y Evelio Saborit, participantes en la acción estudiantil, miembros del Ejército Rebelde, tiempo después. Caído en combate, el primero, en las arenas de Playa Girón y, el segundo, fallecido en accidente de tránsito, a la edad de 19 años, con los grados de Comandante.
De Bebo ya se expuso sobre su participación activa en la lucha revolucionaria; Atocha, Indalecio y Joel también lo hicieron, incorporándose al Ejército Rebelde.
El gran ausente-presente en la conversación con ellos es Rafael Lapinel Rivero, el conocido comentarista deportivo, por ser cabecilla de la acción, o sea, estar entre quienes tomaron la escuela.
Lucila González Reyes, esposa de Bebo y egresada de una Escuela del Hogar en Victoria de las Tunas, explica que ese tipo de centro formaba a muchachas como maestras de artes, Economía, Ciencias Domésticas e Industrias. “Se estudiaban todas las asignaturas y había que pagar hasta la sonrisa”.
Mendoza Licea cita al periodista Rubén Castillo Ramos, quien escribió en esta publicación en 1993:
“(…) en plena lucha clandestina de las organizaciones revolucionarias contra la tiranía, esta fue la acción más importante y significativa registrada durante aquel período de muerte y opresión. Con su tradicional espíritu combativo, el pueblo bayamés supo convertir aquella protesta en recio estallido cívico popular revolucionario que causó una honda repercusión nacional…”.
Citado, también, por Mendoza Licea, William Selva Álvarez, quien alcanzó los grados de teniente coronel, en su libro Girón, testimonio de una victoria, refiriéndose a la toma de la Escuela del Hogar, de Bayamo, sentencia: “Es el acontecimiento más importante de la lucha estudiantil que se haya registrado en la ciudad de Bayamo”.
El Historiador de la Ciudad de Bayamo, Ludín B. Fonseca García, y Aldo Daniel Naranjo Tamayo, historiador, en la página 94 de su libro Síntesis histórica municipal Bayamo, publicado por Editora Historia, La Habana, 2011, dicen sobre el acontecimiento abordado en este producto periodístico:
“El 30 de noviembre los estudiantes bayameses ocuparon la Escuela del Hogar bajo la dirección de Iván Leyva, William Selva, Ana María Rodríguez y Rafael Lapinell. Cuando la Policía trató de entrar al edificio, recibieron una andanada de palos y piedras. Los enfurecidos esbirros avanzaron hacia el interior de la escuela disparando sus armas. En el ataque resultaron heridos los estudiantes Alberto Ríos Torres, Héctor Gómez, josé Martín González, José Rosales y Gustavo Saborit; otros sufrieron prisión”.
Qué personas más sencillas y humildes son los testimoniantes. Y no solo hicieron lo narrado, Bayamito, por ejemplo, estuvo en la Columna número Uno del Ejército Rebelde, dirigida por Fidel Castro, y participó en varios combates; Indalecio también se incorporó al ejército Rebelde y Atocha laboró en las Fuerzas Aéreas.