El aniversario 145 de la muerte de Perucho Figueredo, fue rememorado este lunes en la Plaza de la Revolución de la ciudad de Bayamo, sitio donde fueron colocadas dos ofrendas florales a los pies de las estatuas de ese prócer independentista y de Carlos Manuel de Céspedes.
Varios hijos de la tierra que lo vio nacer, se dieron cita en el mencionado lugar para rendir tributo con canciones y elogiosas palabras al insigne patriota, autor de la música y letra del Himno Nacional.
En el acto Ludín Fonseca García, historiador de la referida ciudad, hizo un recuento de la vida del ilustre emancipador y destacó los valores, el accionar revolucionario y la hidalguía con que enfrentó sus últimos instantes de existencia antes de ser fusilado en Santiago de Cuba.
El nacimiento de Pedro Figueredo Cisneros (Perucho) aconteció el 29 de julio de 1819, en Bayamo, lo cual lo ligaría por siempre a esta tierra insurrecta y lo convertiría, años más tarde, en uno de sus hijos más notorios.
De su mente prodigiosa brotó, en la madrugada del 14 de agosto de 1867, la melodía de La Bayamesa, que alentaría la rebelión en la villa de San Salvador y la cual todos tarareaban en sus calles.
El 20 octubre de 1868, luego de tomar a Bayamo, junto a Céspedes, escribe desde la montura de su caballo la letra de esa marcha insurgente, devenida Himno Nacional. Su consagración a la lucha y lealtad al Padre de la Patria, a quien había jurado seguir “a la gloria o al cadalso”, lo hacen merecedor del cargo de jefe del Estado Mayor del Gobierno provisional de la segunda villa.
Luego, en Guáimaro, es designado subsecretario de la Guerra, del primer Gobierno de la República en Armas, con grado de mayor general.
El ejemplo de Perucho, asesinado el 17 de agosto de 1870, todavía inflama los ánimos de quienes entonan su himno de combate y corean al viento: “Morir por la Patria es vivir”.