Revitalizan manzanilleros el baile nacional cubano

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Por Anaisis Hidalgo Rodríguez | 10 octubre, 2015 |
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Enceuntro nacional del danzón, celebrado en Granma /FOTO Luis carlos Palacios
Enceuntro nacional del danzón, celebrado en Granma /FOTO Luis carlos Palacios

El espacio “Noche Cubana”, del Centro cultural José Martí, del municipio de Manzanillo, perpetúa el danzón, calificado como baile nacional de Cuba.

Hoy, la creación de espacios similares que coadyuven a la supervivencia del género es muy importante ante el rol que tiene la música cubana de reafirmar los géneros nacionales ante la avalancha de ritmos extranjeros.

En el espacio que tendrá lugar este sábado a las 8:30P.M., en la calle Martí, esquina Narciso López, de la Ciudad del Golfo, Luis Felipe Gutiérrez, director de esta institución, dialogará sobre “El danzón como baile tradicional en la formación de la cultura nacional”.

“También se efectuarán rifas de revistas, libros y ejecuciones bailables del género por los integrantes del Club del danzón de ese territorio”, precisó Soila Sánchez Núñez, promotora cultural del centro.

Tríos, solistas, escritores y otros invitados del sector amenizan el espacio con frecuencia mensual, imprimiéndole cada uno desde sus manifestaciones un carácter coloquial y ameno en el que la cultura y la defensa de la identidad se renuevan y fortalecen.

La revitalización de este género musical bailable es una forma de rendir tributo también a Rafael Mejías Palomino, quien iniciara el rescate del danzón en esa localidad.

Actualmente las casas de cultura en varios municipios de Granma y a lo largo del país, coordinadas por el Club nacional del danzón, mantienen vivo este baile tradicional mediante competencias y certámenes, como el Encuentro nacional del danzón que tiene lugar en Bayamo, cada fiesta de la cubanía.

Las raíces del danzón derivan de la contradanza europea que, tras un proceso de criollización paulatina, devino en la danza cubana.

El danzón nació en el Liceo de Matanzas en 1879. La primera pieza que se interpretó fue “Las Alturas de Simpson”, del matancero Miguel Faílde.

En ese entonces, refiere Ramón Guerra Díaz, profesor e investigador de historia, su orquesta era una típica de viento, que contaba con cornetín, trombón de pistones, figle, dos clarinetes, dos violines, contrabajo, timbales y güiro.

“En los primeros danzones de Faílde están definidas las partes originales del nuevo ritmo: introducción de ocho compases, una primera parte con el clarinete de solista, una vuelta a la introducción, una parte de violín más melódica y cerrando con una repetición de la primera parte. Era prácticamente la célula de la contradanza evolucionando con las influencias musicales de la isla.

“Otras orquestas de esta etapa fueron incorporando a su repertorio el danzón, con destaque para la de Raimundo Valenzuela y la de Rafael Landa, compositores y directores de orquestas que contribuyeron al auge del danzón”, precisó el también promotor cultural, en su artículo, El danzón, baile nacional cubano.

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