Romance a orillas del mar

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Por Yasel Toledo Garnache | 9 agosto, 2015 |
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Destacamento Mirando el mar
FOTO Cruz María

Ángela Alcalá Piñón y Francisco Torres Meriño se enamoraron hace casi 45 años y llevan más de 30 como miembros de uno de los dos destacamentos Mirando al mar, en Cabo Cruz, Niquero.

“Era una de las muchachas más bonitas del poblado, todavía lo es”, dice Francisco sonriente y la mira de reojo.

Ella estaba a orillas del mar y, aunque no escuchó las palabras de su esposo, se veía alegre, quizá por ese raro encanto de la costa, con la brisa, las olas suaves que se acercaban y el sol en lo alto.

Cuentan que integrar el Destacamento es un orgullo, por la importancia de su labor en el enfrentamiento a posibles recalos de droga en la zona y a otras ilegalidades, en conjunto con Guardafronteras.

“A veces, he pasado tiempo afuera de Cabo Cruz, por el Servicio Militar, estudios y otras razones, pero cada vez que regreso me incorporo a las colaboraciones. Mi madre también formaba parte de la iniciativa”, expresa con alegría este hombre delgado de manos ásperas.

Ángela recuerda la vez que encontró una paca. Fue durante una de sus guardias: “Allí mismo, entre dos piedras”, dice señalando hacia la orilla.

“Me puse un poco nerviosa, pero la entregué rápido a los oficiales. Siempre cumplimos con las orientaciones y, cuando es necesario, hacemos recorridos permanentes entre todos, con relevos cada dos horas”.

Ellos también realizan actividades con niños. “Les explicamos cómo actuar en cualquier situación. Tenemos hasta un círculo de interés en la escuela primaria más cercana, atendido por el Puesto de Guardafronteras. Seguramente, serán miembros del Destacamento en el futuro”.

Manifiestan que una de sus pasiones es compartir con los nietos. “Los educamos lo mejor posible y con principios socialistas, porque otra Revolución como esta no hay en el mundo”, apunta él y agrega: “Seguiremos porque nos sentimos útiles y contribuimos a la tranquilidad de muchas personas”.

Ángela y Francisco se abrazaron, frente al mar bastante tranquilo esa mañana. Caminaron por la arena. Subieron a la carretera, y continuaron, con paso lento, hacia el poblado.

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