En su estertor político y, de modo unilateral, el gobierno de Donald Trump incluye ahora a Cuba en su adulterina lista de países patrocinadores del terrorismo.
Pocos días restaban a la actual administración yanqui para salir por las buenas del poder cuando el obeso Mike Pom-PEO dijo: “Con esta medida, volveremos a responsabilizar al gobierno de Cuba y enviaremos un mensaje claro: el régimen de Castro debe poner fin a su apoyo al terrorismo internacional y la subversión de la justicia estadounidense”.
¡Habrase visto gobierno descarado! Por qué Pom-PESTE no incluye a su propia administración en una lista de amparadores y financiadores del terrorismo que entonces sí sería legítima? No, ellos siguen la vieja fórmula de criticar en calzoncillos lo que llaman desvergüenza.
El amiguito Mike se justificó: en particular “Cuba sigue albergando a refugiados estadounidenses y apoyando al líder venezolano Nicolás Maduro.
Qué refugiados, ¡no friegues Miguelito!, o acaso Maduro es un bandido y no víctima de intentos de magnicidio y ataques a su país de todo tipo desde la usurpación, el robo de activos hasta la agresión militar directa y reiterada?
Además, es esta una maniobra dilatoria y una cortina de humo a los desmanes alentados por su querido presidente Trump conducentes al asalto al Capitolio por furibundos seguidores del magnate quienes ahora amenazan con las armas si este es destituido como merece y dilatar la transición del poder a Joe Biden aun cuando el rubio teñido aseguró que sería pacífica. Eso sí es terrorismo.
Este Pompeo es el mismo cuyo nombramiento fue criticado dentro y fuera de Estados Unidos por aspirar una CIA más “agresiva, brutal, despiadada e implacable”, ¿todavía más? Eso sí es terrorismo.
Reparemos en que republicano Trump ha tomado medidas drásticas contra Cuba desde su llegada al poder en 2017, endurece las restricciones a los viajes y a las remesas desde Estados Unidos e impone sanciones a los envíos de petróleo venezolano a la isla. ¿No les suena conocida esta práctica? Claro, terrorismo.
Biden habló durante la campaña electoral de revertir las políticas de Trump sobre Cuba que “han infligido daño al pueblo cubano y no han hecho nada para promover la democracia y los derechos humanos”.
Y eso es precisamente lo que buscan estas disposiciones amarrarle las manos a la entrante administración de Biden, para impedir el necesario acercamiento entre dos pueblos vecinos y el normal ejercicio bilateral.
La enérgica declaración de nuestro Ministerio de Relaciones Exteriores Cuba es clara y potente: “Cuba no es un Estado patrocinador del terrorismo, verdad reconocida por todos. La política oficial y conocida, y la conducta intachable de nuestro país, es el rechazo al terrorismo en todas sus formas y manifestaciones, en particular el terrorismo de Estado, por quienquiera, contra quienquiera y dondequiera que se cometa”.
Eso lo saben de sobra pueblos y gobiernos del mundo incluso aquellos que no comparten nuestra ideología.
El terrorismo de estado implementado por EE UU nos ha costado tres mil 478 víctimas mortales y 2 099 personas con discapacidad, y un bloqueo cobarde y asfixiante que no nos ha podido doblegar y eso les duele.
Por eso unidos a las voces más justas del mundo, rechazamos rotundamente la inclusión de nuestro Caimán en cualquier lista ilegítima y mentirosa.