Sabor a las villas

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Por Sara Sariol Sosa | 21 junio, 2018 |
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FOTO/ Omar Moreno

Con esa sugerente denominación, sesiona desde este jueves en Bayamo, la tercera edición de un encuentro en el que cocineros destacados, investigadores y especialistas de la cocina cubana, aúnan esfuerzos por colocar a esta como patrimonio cultural de la nación.

Los participantes provienen de siete villas cubanas fundadas por los españoles, y fueron convocados por la federación de Asociaciones culinarias radicadas en las citadas demarcaciones.

Altamente interesante, el evento, con extensión hasta este sábado, incluyó en su agenda conferencias, ponencias y talleres sobre la culinaria característica de varias regiones del país, y en la jornada final, elaboración y exposiciones de platos.

El intercambio en su parte teórica abrió con la conferencia Platos estrellas en la cocina cubana, a cargo de Jorge Junco, investigador y profesor de la escuela de hotelería y turismo de la capital del país, quien hizo un recorrido por auténticas elaboraciones que van desde el casabe, la tortilla de plátanos maduros y el arroz con pollo a la chorrera, hasta la ropa vieja, la vaca frita y la frita cubana.

Durante el intercambio que suscitó esa propuesta varias reflexiones atraparon la atención, como la exclusividad del uso del vino seco en la cocina nuestra; el que en la actualidad se oferta solo el 33 por ciento de platos propios de la cocina cubana (dicho sea de paso, con cierta influencia de la de otros países), y el cambio de muchos elementos de los platos originales.

Domingo Cuza Pedrera, director de Infotur en la provincia de Granma, reiteró que precisamente el evento tiene entre sus objetivos principales el rescate de lo original, y también asumir que la cocina nuestra se rige, como concepto, a partir de regiones gastronómicas, necesariamente a tenerlas en cuenta.

Una ponencia presentada por el sobre el particular profundiza en la pertinencia de apropiarnos de bibliografías que favorezcan el citado rescate, y de mirar la cocina regional también con enfoque económico.

Que ofertamos a los turistas, y para nosotros mismos, platos únicos y no diferentes a su paso por los diferentes territorios cubanos (por ejemplo, congrí y macho asado), es una tendencia inobjetable sobre la cual Cuza llama la atención.

Propone transformar la estandarización de esas ofertas por parte de las casas matrices, lo cual provoca aburrimiento en los clientes, y nos limita a nosotros en la presentación de ofertas que cuenten una historia regional.

Lograr esto último implica autenticidad, diversificación, vivir expresiones disímiles, utilizar productos de aproximación (por tanto, más frescos) y, por consiguiente, elevar ingresos, de los cuales está tan requerida nuestra economía.

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