¿Cuánto falta para llegar a San Pablo de Yao?, pregunta el viajero, y el hombre del sombrero le responde: Fácil, te bajas en la siguiente parada y esperas ahí un carro o te subes a una cativana -el coche con el caballo, ¿nunca has escuchado eso?- y unos cinco kilómetros después está el pueblo.
Luego de una travesía digna de deportes extremos en la cativana, un constante sube y baja a toda velocidad por las lomas y los baches… aparece Yao, comunidad que se encuentra en el municipio de Buey Arriba, en la oriental provincia de Granma. Diez pasos en el pueblo bastan para enamorarte durante el resto de la vida.
Probablemente sean las montañas, pues forman una muralla de palmas y algarrobos, verde y tupida, que parece proteger a la comunidad de cualquier peligro; o tal vez son las personas, humildes, sinceras, en fin, de campo.
Delfín López Gómez, quien a fuerza de repetirlo y por sus conocimientos se convirtió en el historiador del pueblo, asegura que en la década del 40 del siglo XIX solo existían unas siete u ocho casas, realidad totalmente transformada en los años 50 cuando el poblado creció.
Pero esta historia comenzó con un asentamiento aborigen cercano al río, en un lugar conocido como Valenzuela y ubicado a varios kilómetros de la actual comunidad de Yao.
Según cuenta Delfín, a través de la narración oral supo que su pueblo adquirió el nombre del río y éste a su vez del cacique Yao, quien encabezaba ese asentamiento.
El lugar fue luego “cristianizado” con el patrón San Pablo, cuando los bayameses quemaron su ciudad en 1869 y emigraron a esta región, que a partir de ese momento fue denominada San Pablo de Yao.
Sus hombres ayudaron y formaron parte del Ejército Libertador, fueron mambises en las tres guerras, integrantes del Movimiento 26 de Julio y revolucionarios del Ejército Rebelde, ellos lucharon por su destino y crearon el maravilloso pueblo que tienen hoy, asegura el peculiar historiador.
En octubre de 1963, el ciclón Flora arrasó con poblados de la Sierra Maestra, incluido Yao, el cual quedó prácticamente devastado, rememora Delfín.
Según narra, los comunitarios, con el apoyo del gobierno, lo reconstruyeron casi desde cero, hasta que dieron vida a esas callecitas que confluyen en la plaza principal, donde también se encuentran la farmacia, la bodega, una librería, el restaurante y otras instituciones, las cuales simulan una ciudad en miniatura.
CAPITAL SERRANA DEL AUDIOVISUAL
San Pablo o Yao, como le llama la mayoría, es una tierra de campesinos, hombres honrados, café y cine, un pueblo en la Sierra Maestra donde se hacen documentales, se han filmado películas, y la mayoría de las personas saben de cámaras, sonidos y edición.
Es un pueblo mágico que tiene el privilegio de ser la residencia de la Televisión Serrana (TVS), institución audiovisual comunitaria, única de su tipo en Cuba, y corazón de esa comunidad.
La TVS fue una bendición para San Pablo de Yao, como afirman sus pobladores, porque cambió para bien el modo de vida de su gente, mejoró las condiciones materiales del poblado y lo colocó en el mapa mundial por su belleza natural y la candidez de sus habitantes.
A la salida del pueblo el corazón se sobrecoge, y casi todos quieren volver, abrazar aquellas montañas, subir al mirador de la Televisión para apreciar en toda su magnitud la serranía circundante, recorrer el lugar y hablar con su gente, porque Yao es un sitio encantador que se queda para toda la vida en la mente y el pecho.
En verdad es un pueblo mágico. Tengo de el muy buenos recuerdos, pues al final de la década del 70 hice mis estudios de secundaria en La Cristina. Institución educativa del sistema de ve casos. Un poco más arriba de Yao. Fueron tres maravillosos años. Cada 21 día baja vamos al pueblo a pie maleta en mano a coger las guaguas, que por las condiciones de los caminos no subían a la escuela.
Es una de mis actividades por realizar. Volver al pueblo y sentarme en el parque, disfrutar de los ricos mantecados de su panadería dulceria y si es posible volver a bañarme en ese hermoso río.
Ese es mi pueblo natal, recuerdo que mi casa natal quedaba al lado de la casa de Manolo González un español radicado en Cuba y mi abuela Eugenia Gil (Meña), que quedaba en un promontorio. Del pueblo de Yao arrasado por el Huracan FLORA, recuerdo la tienda de Pinilla, también conocida por “los Polancos” porque en ella trabajaban Lorenzo, Lord y Alberto Polanco (mis tios). cerca la tienda de “Sai”, frente a una especia de malecon estaba el bar de Digna Nubiola, la farmacia de Beto Barbán, además recuerdo la “Valla de Gayos”. El cuartel de la guardia rural que luego sería el de los casquitos, la carpinteria de Alberto el Manco. Mas tarde cuando apenas tenia unos meses nos mudamos para una cas que quedaba al lado del “Almacen de los Puentes”, tambien al lado una “Valla de Gayos”, y el camino para el descanso.
El rio Yao mi favorito cuando estabna en calma, se podia bañar con unas aguas cristalinas y hasta pescar biajacas y hasta truchas, pero muy feroz en tiempo de ciclón.
Hola buenos días, que bonito cuando veo estas imagenes hay se me oprime el pecho, parte de mi familia vive en San Pablo de Yao que gente mas buena sencilla, humilde, bondadosa, caramba he ido cientos de veces, me he bañado en ese rio y hasta me he enfangado los pies buscando mangos, guayabas, mamey, mandarinas, y el platanito maduro que muchos allá le llama cuico jajaja que sabroso, que lindo ver este reportaje, Gracias por eso.
saludos.
Una zona hermoza, que extraño todos los días, habitada por personas sencillas, humildes, trabajadoras, hospitalarias. Nací y residi aquí bastante tiempo, mi padre Rafael Marsan Chacon, quien fué asesinado por la tropa de Sanchez Mosquera en el 58, cuado yo tenía apenas 4 años es parte de la historia macabra, por lo que sus hijos seguimos su legado.
Les deseo mucha salud a todos y muchos exitos para que cada día esta zona se más bella y prospera con el esfuerzo los Yaeros y Yaeras, un abrazo, los quiero mucho.