Cuando hace 51 años me mudé para Bayamo, una de las cuestiones que más llamó mi atención fueron sus árboles altos, frondosos, bellos…Me convertí en mujer disfrutando de su sombra y frescura, pues frente a mi casa en el Nuevo Bayamo, tenía varios de ellos, que, en ocasiones, sirvieron de “sillón” a mi vecino Gustavo para tratar de aprender las tablas de multiplicar.
Algunos han desaparecido con los años y por estos días constituye un tema recurrente de la población la tala en algunas zonas de la capital granmense, debido a modificaciones constructivas o no, como la cafetería El Viajero y las labores que tienen lugar en la Plaza de la Revolución, sitios donde, a mediano plazo, estarán dando sombra otros árboles.
Algo similar sucedió antes, por citar otro ejemplo, en la céntrica calle Martí, donde, de acuerdo con el criterio de autoridades y vecinos, las raíces dañaban las aceras y el piso de las viviendas, y por ello fueron cortados, y sustituidos por palmitas.
El ingeniero Rafael Gamboa Sanz, director de la Empresa provincial de Servicios Comunales, ejecutores del tumbe o tala, comparte el criterio de mantener, lo más posible, la presencia de árboles dentro de la ciudad.
Considera que, aunque Bayamo ha crecido en población, urbanización e infraestructura, no se debe talar indiscriminadamente, pues algunas plantas pueden podarse o reducirle su área foliar, y permitirle tener otra fisionomía para continuar viviendo, en el caso de la amenaza al tendido eléctrico, una de las razones más frecuentes.
La plantación de árboles en zonas urbanas se emplea de manera aislada, formando pequeños grupos, grandes masas o alineaciones en calles, para demarcar límites y zonas, crear barreras visuales, proteger del viento, sol o ruido y embellecer o dar sombra en espacios de recreo y esparcimiento.
Pero en todos los casos será imprescindible conocer cuáles especies pueden ser utilizadas, y las características del entorno donde se ubicarán (suelo, clima y polución), porque el árbol en la urbe está sometido a condiciones medioambientales diferentes a las que tendría en su medio natural, por eso la arboricultura urbana es una especialidad.
Errores e insuficiencias en la planificación, sin una correcta preparación del suelo o adecuada selección de especies trae consigo, posteriormente, árboles débiles, enfermos, mal anclados al terreno, que caen en cuanto se producen vientos fuertes, podados drásticamente porque sus ramas estorban a los edificios y viviendas colindantes, raíces que invaden conducciones de agua, levantan pavimentos o agrietan muros.
Este problema evitable hay que verlo, además, desde su vertiente económica, pues una plantación mal realizada causará daños materiales, económicos y empleará cuantiosos recursos para su poda de mantenimiento. La elección del árbol correcto es una inversión que debe ser bien pensada desde el principio.
A la reflexión que precisa el asunto, para que esto no sea un círculo vicioso, debe sumársele la educación del pueblo y algunas instituciones, que llevan parte de la responsabilidad al sembrar “alegremente”, sin previa consulta, en sus entornos y cuando estas constituyen un peligro, pasan el problema al Estado.
En las modificaciones, reparaciones y mejoras de la ciudad las intenciones estatales no son restar, sino reemplazar meditadamente y donde sea posible para que continúe siendo la nuestra una capital hermosa y sana, rejuvenecida con el verdor de las plantas, quizás haya que estudiar los períodos de crecimiento para no quedar desprotegidos durante mucho tiempo y prever otras zonas propicias para siembra.
Sin árboles mis amigos cómo respira la ciudad, cómo respira este mundo.
Hay que dejar a un lado las abladurías y penerse a sembrar.
Estoy en total acuerdo con usted en la importancia que tienen los árboles en nuestras vidas, y apoyo su idea de que todos deberíamos concientizarnos de lo que significan. Además, considero que las acciones que se desarrollan últimamente en la ciudad, como usted las llama, “talar indiscriminadamente”, están incorrectas, principalmente porque es el pueblo el que sufre sus consecuencias, no quien los manda a talar. Por ejemplo, en la foto que publicó, se aprecia lo hermoso que quedo ese lugar después de la remodelación, pero esos bancos, no presentan prácticamente ningún valor de uso, hasta el anochecer, porque no tiene ningún árbol que respalde el objetivo de su creación. Deberíamos de ser capaces de apreciar lo que nos brinda la naturaleza, y no desaprovecharlo. Muchas gracias.