El orgullo a nuestra profesión nos colma en estos días, no por simple vanidad, sino por el hecho de convertirnos en centro de elogios provenientes de disímiles personas, pues el periodismo no solo nos convierte en figuras públicas, sino en seres cercanos al pueblo -que por varias razones- nos ven como alguien familiar.
Con frecuencia nos leen, escuchan o miran en la pequeña pantalla, y ello va creando una relación de confianza, que hace que muchos se acerquen a nosotros como si fuéramos viejos amigos y nos ensalcen o critiquen una publicación.
Es cierto que no es la más compleja de las labores, pero existen temas que tratamos en los que parece que caminamos sobre el filo de una navaja, porque son polémicos o porque ponen sobre el tapete asuntos delicados, de los cuales muchos no quieren saber, y solo están esperando el mínimo detalle para arremeter contra nosotros.
Pero siempre existen para esos momentos frases alentadoras y aleccionadoras como las de Fidel: “Cada periodista debe ser un gladiador contra las cosas que a su juicio marchan incorrectamente. Y es también un luchador porque las cosas marchen bien, un creador de la nueva sociedad”.
El periodismo es cautivador, a pesar de algunos lunares, porque hay momentos en que la gloria nos atrapa y nos eleva por minutos, pues un simple elogio a un trabajo publicado, que generó un cambio o llamó a la reflexión a nuestros destinatarios, nos hace los seres más felices de la tierra.
Nuestra misión es informar, esclarecer y educar sobre diversos tópicos, y en el cumplimiento de nuestro sagrado deber, hasta robamos horas al sueño, para dedicarlas a la investigación y así brindar un mejor producto comunicativo.
No saben muchos cuanto nos duele tener que criticar cuestiones que pudieran resolverse sin censurarlas, pero lamentablemente hay quienes responden mejor al señalamiento, que al consejo oportuno sobre un determinado problema.
La prensa también tiene sus luchas y combates en aras de una sociedad mejor, y sus oportunos argumentos para defender nuestra hermosa Cuba, la que tantas veces han querido mancillar quienes anhelan el derrocamiento de nuestro sistema político.
Con el paso del tiempo han cambiado nuestras maneras de hacer y comunicar, como también han variado las plataformas y los medios que empleamos para reflejar la realidad objetiva.
Pero hay objetivos y definiciones que trascienden el tiempo, como es el caso de los brindados por José Martí, quien sabiamente expresó: “El periódico debe estar siempre como los correos antiguos, con el caballo enjaezado, la fusta en la mano, y la espuela en el tacón. Al menor accidente, debe saltar sobre la silla, sacudir la fusta, y echar a escape el caballo para salir pronto y para que nadie llegue antes que él.
“Debe ser coqueto para seducir, catedrático para explicar, filósofo para mejorar, pilluelo para penetrar, guerrero para combatir”.
Y ese espíritu batallador, que muchos se han tatuado con marca de fuego, se despierta cada 14 de marzo, día en que en el año 1892 el más universal de los cubanos creara el periódico Patria. Ese órgano de prensa que al igual que nosotros, y parafraseando a Martí, era un soldado, solo que hoy adquiere una dimensión superior, somos de todos los tiempos.