Solidaridad en la cima del ciclón

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Por Andy Zamora Zamora | 8 septiembre, 2017 |
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FOTO/ Rafael Martínez Arias

Cauto Cristo recuerda la historia del ciclón Flora en 1961 como un fenómeno atmosférico devastador. Fueron numerosas las pérdidas humanas y materiales causadas además, por la negligencia de un gobierno norteamericano  derrotado hacía poco más de dos años.

El dictador Fulgencio Batista, no priorizó en sus inversiones represas, educación preventiva, tampoco los recursos necesarios para evitar una catástrofe de aquella magnitud.

Y digo educación preventiva porque con la Revolución, el Comandante en Jefe Fidel Castro, enseñó a los cubanos a ser solidarios, un valor desconocido hasta entonces, pero con repercusión muy positiva en la actualidad, ante la cercanía de meteoros de ese tipo.

En medio del Flora estaba Fidel cruzando el río, en Cauto Cristo, para conocer de quienes estaban al otro lado y estuvo a punto de ahogarse, ejemplo suficiente de generosidad.

Los ríos desbordados, las múltiples muertes, la desatención, quedaron en el pasado.

Irma, es el medidor de cuánta capacidad de respuesta poseen los cubanos, especialmente de Granma, para enfrentar desastres, siempre con la máxima de congregarse en sitios seguros para compartir, hasta la esperanza de continuar recorriendo las mismas calles, con similares convicciones.

Los vecinos escuchan juntos las noticias, brindan el acostumbrado café y frente a los pesimistas, alguien del grupo con jocosidad, asegura el bienestar de todos, luego del paso del huracán, por destructor que parezca.

Ser entrañables amigos constituye parte indisoluble de la cubanía. En cualquier otro país pululan los ricos, pero poco les interesa dónde queda el pobre. Por suerte, en el nuestro no existen esas categorías, menos en tiempos de ciclón.

Los hijos del Comandante, los agradecidos, tomaron sus machetes y talaron los árboles peligrosos en la comunidad, guardaron sus bienes, garantizaron la seguridad de los suyos y de común acuerdo, formaron la vanguardia para hacer de la ocasión, la muestra más fehaciente de la hermandad.

Como ellos, muchos de los nacidos después de 1959 lograron unirse para disminuir las consecuencias nefastas de un evento meteorológico, todos cuanto escucharon la importancia del trabajo colectivo y lo asumieron como estilo de convivencia.

Preservar la vida puede implicar esfuerzo científico, pero el cubano alcanzó la plena seguridad de supervivencia contra huracanes, con el poder sobrenatural de compartir lo que poseen.

La solidaridad supera hasta la máxima magnitud de cualquier organismo natural por desafiante que sea.

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