Su pasión por las artes marciales resulta evidente. Y no es para menos, después de dedicarle más de tres décadas al kárate, desde aquellos instantes iniciales en Manzanillo, cuando descubrió rituales, técnicas y movimientos básicos.
En el actor estadounidense de origen chino Bruce Lee, protagonista de innumerables películas de artes marciales, Rubén Eugenio Moreno Calero encontró la motivación, mientras se formaba como maestro primario en el Pedagógico manzanillero.
Así emprendió un largo camino, del cual no ha podido separarse jamás. Sin embargo, confiesa haber empezado un poco tarde, “tenía solo 19 años de edad, pero sin tiempo para llegar al alto rendimiento.
“Antes aquí no se practicaba nada de eso, lo traje yo”, refiere en clara alusión a su natal Cauto Cristo, donde introdujo el referido arte marcial, allá por 1985-1986, privilegio del que nunca ha presumido.
“Iba tres veces por semana a Bayamo, donde terminé de formarme, y tenía que cumplir con otras obligaciones. Era una locura. Eso es lo que me hace seguir aquí”, agrega, quien ostenta la distinción Mártires de Barbados (por 25 años de labor), y fue elegido Vanguardia nacional en el 2013 y mejor activista de deporte en Granma, durante el 2017, entre otras condecoraciones.
“Además, comencé a entrenar martes y jueves a un grupo de 15 practicantes de primera categoría; antes sí había requisitos, exigían buena conducta, un papel del CDR y la autorización de la Policía”, acota.
Aunque Moreno Calero abandonó la carrera de maestro primario -y luego la de trabajador de Gastronomía-, siempre se ha mantenido cerca de los más pequeños, “nunca dejé de entrenar a los niños. Me gusta vincularme con ellos para que aprendan”, afirma.
“Aquí, el que sabe tirar un golpe ha pasado por mis manos o por los entrenadores que fueron también mis alumnos. Es un orgullo para mí”, espeta sin autosuficiencia quien entre sus discípulos incluye casi 10 cintas negras.
De la inagotable cantera que ha fraguado en estos años, salieron Yudelmis Báez, miembro del equipo nacional, e Inaidis Zamora, quien también integró la preselección cubana, y su hijo Arnold Moreno, dos veces campeón juvenil y bronceado en la primera categoría.
Pero el principal mérito de este cautocristense –a punto de cumplir 50 años- radica en la desenfadada manera de transmitir sus conocimientos sin esperar remuneración alguna: “Lo hice voluntario, nadie me lo exigió”, concluye el cuarto Dan y Graduado de técnico medio en Cultura Física y Deportes por el curso de Glorias deportivas.