Una sepulcral tranquilidad reina, durante la mayor parte de cada día, en el salón de espera de la Terminal de Ferrocarriles, en Bayamo, ciudad capital de la provincia de Granma, sudeste de Cuba. El sonido de las locomotoras y el ajetreo de los pasajeros antes de abordar los coches, son cada vez menos frecuente.
Personas que acuden a la instalación con el propósito de viajar, se enteran de las cancelaciones de los trenes y salen cabizbajas, pues para trasladarse adonde van deben optar por camiones particulares, en los que “pagamos caro el pasaje, vamos incómodos y asustados, pues corren mucho”, dice Juan Enrique.
Las siguientes son opiniones de la población, recogidas de manera aleatoria. Jiguaní: “¿Hasta cuándo estará anulado el tren Jiguaní-Manzanillo?”; Media Luna: “Cuando falta un coche del de La Habana, siempre es el de la costa; Río Cauto: “Es notable la ausencia del servicio del carahata”, “hace falta que definan su situación”.
En busca de información sobre el asunto, La Demajagua entrevista a Alexis Ávila Viltres, director adjunto de la Empresa Ferrocarriles en Granma, quien explica que en la provincia deben recorrerse, cada día, los tramos: Bayamo-Jiguaní, Jiguaní-Manzanillo, Manzanillo-Jiguaní, Jiguaní-Manzanillo, y Manzanillo-Bayamo. A estos se suman los cubiertos por los trenes 610 y 611, de Santiago de Cuba, el Nacional y el de Camagüey, este último en jornadas alternas.
Específicamente la Unidad Empresarial de Base (UEB) Ferrocarriles Granma, opera los que corren de Manzanillo a Bayamo, y viceversa; de la Ciudad Monumento a Grito de Yara, en Río Cauto, y uno en Media Luna.
“En 2014 existieron 667 cancelaciones de viajes: 434 por problemas de locomotoras, 176 por falta de combustible y 57 por otras causas”, declara Ávila Viltres.
La problemática continúa, al sumar 445 las realizadas desde el primero de enero al 30 de abril último.
Cuatro sobreexplotadas locomotoras, construidas en la década de los años 70 del siglo anterior, para las que no hay piezas de repuesto, constituyen el parque de la entidad, pero solo dos están en funcionamiento, empleadas fundamentalmente para transportar la canasta básica de Bayamo a Manzanillo.
Las otras se encuentran en el taller especializado de San Luis, Santiago de Cuba, precisa Digno Ortiz Vega, jefe comercial de Ferrocarriles Granma.
SALARIOS SIN PASAJES
Si los trenes no corren, menos dinero va a los bolsillos de los ferroviarios, quienes culpan a la aplicación, a partir de julio de 2014, de la Resolución 17 del Ministerio del Trabajo y Seguridad Social, que privilegia el pago por resultados.
Roberto Yero Gómez, jefe del taller de revisión, explica que casi siempre ganan el salario mínimo, 225 pesos en moneda nacional, con excepción en dos meses. “A veces, nuestra unidad anda mal y en otras la empresa de forma general. Al final, sufrimos las consecuencias todos. Sin piezas de repuesto es imposible mantener la frecuencia de los viajes”.
El mecánico Carlos Arias refiere: “Hay roturas que podemos resolver, pero, por falta de piezas, debemos enviar las locomotoras para el taller de San Luis”.
La situación provoca desmotivación e inestabilidad en los trabajadores y muchos se van. Al respecto, Yero Gómez apunta: “Solo en la parte de locomotoras faltan dos electricistas, tres mecánicos diesel y uno de aire”. Además, tres revisadores poseen certificado médico, dos de ellos quizá no trabajen más, y otro pasa el Servicio Militar.
“La gente aquí está loca por jubilarse, para no seguir en esta situación”, dice con tristeza.
La más cercana luz para iluminar el panorama en las vías, estaciones, andenes y coches, es la prometida entrega de piezas de algunas locomotoras que se prevé desactivar en Moa, Holguín, expone Ortiz Vega, y que las acciones y proyecciones del Ministerio del Transporte para la reanimación de este servicio en el país, beneficien a Granma.
Como relojes suizos funcionaban los trenes en el actual territorio granmense, pero se les acaba la cuerda.