Un encuentro con Fidel

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Por Yelandi Milanés Guardia | 29 noviembre, 2016 |
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De izquierda a derecha María Cedeño Rojas, primer teniente Idalmis Reyes Beltrán y María Midalis González Verdecia, mientras Fidel escribe la famosa frase Maravilloso todo, tenía que ser en Granma
De izquierda a derecha María Cedeño Rojas, primer teniente Idalmis Reyes Beltrán y María Midalis González Verdecia, mientras Fidel escribe la famosa frase Maravilloso todo, tenía que ser en Granma

Para María Midalis González Verdecia, Idalmis Reyes Beltrán y María Cedeño Rojas, las fechas del 25 y 26 de julio del 2006 marcan uno de los momentos más trascendentales de sus vidas.

La visita a Granma en esos días del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz constituyó el motivo ideal para que ellas conocieran de cerca e intercambiaran con el Líder de la Revolución.

Su pertenencia al grupo de actividades especiales del Ministerio del Interior (Minint) les permitió vivir esa experiencia inigualable, la cual dejó en ellas una profunda huella, quizá matizada por la admiración y turbación que Fidel provocó en quienes tuvieron el privilegio de conocerlo personalmente.

“A pesar de no estar seguras de atenderlo, porque podía ir para otro lugar, nosotras no perdimos la fe. Sobretodo yo, porque ya había materializado dos de mis tres grandes sueños: trabajar y militar en el Partido. Solo me restaba conocerlo”, refiere María Cedeño Rojas, cocinera de la casa principal del Minint.

“Llegó el día 25 de julio cuando caía la tarde y desde ese momento estuve nerviosa la mayor parte del tiempo, porque de él impresiona todo: su gran tamaño, las grandes y delicadas manos, el color de su uniforme verde olivo”, rememora María Midalis González Verdecia, gastronómica del grupo de actividades especiales.

“Su voz era impresionante, porque era suave y vigorosa a la vez. Al escucharlo te sientes cómoda, pero a veces no puedes evitar temblar”.

“Como llegó casi de noche nos correspondió prepararle la comida, en la cual le servimos carnero, salsa de pez perro y un arroz blanco. La cena para él fue exquisita, por ello al otro día nos preguntó cómo la elaboramos y nos pidió la receta. Luego estuvo hasta tarde preparando el discurso del acto del día 26 de julio”, evoca la primer teniente Idalmis Reyes Beltrán, jefa de la unidad de atención a casas de visita.

Estas privilegiadas mujeres coinciden en que Fidel Castro era un hombre muy activo y de poco descanso, pues se acostó bien avanzada la madrugada del 26 de julio y despertó temprano, después de dormir escasas horas.

“El poco tiempo de sueño y el ajetreo del acto por el 26 de Julio parecen haberlo cansado mucho, expresa Reyes Beltrán. Por eso después del almuerzo se quedó dormido y se acostó un momento, hasta aproximadamente las 3:00 de la tarde, cuando comenzó a redactar el discurso de Holguín, último lugar de Oriente donde estaría antes de enfermarse”.

María Midalis González Verdecia recuerda: “Descansó alrededor de una hora y media, y, sin embargo, creyó haber reposado por más de dos horas. Sus acompañantes dijeron que hacía tiempo no descansaba como en esos dos días”.

Por eso María Cedeño Rojas explica: “Al quedarse dormido nos orientaron no hacer ruido. Casi ni respirábamos para no interrumpirle el sueño”.

“Al despertarse y concluir el discurso dialogó un rato con nosotras, rememora Reyes Beltrán, sobre el menú ofrecido y del cambio de equipos electrodomésticos y los beneficios de la revolución energética. Nos preguntó si eran buenos los equipos y si percibíamos menos consumo”.

María Midalis González Verdecia refiere: “Era un hombre muy curioso y por eso hacía infinidad de interrogantes. También nos preguntó sobre la casa de visita, de la cual, expresó, que había disfrutado su concepción natural y de su confort. Le encantó la tranquilidad, el silencio y la paz”.

“Otro de los atractivos, según declaraciones de María Cedeño Rojas, fue el hermoso paisaje de la Sierra Maestra, que divisó desde allí el 26 de julio en la mañana. Al observarlo rememoró los años de lucha”.

Antes de la despedida hubo espacio para las fotos y para la firma del libro de visitantes, en el que la frase: ¡Maravilloso todo! Tenía que ser en Granma, resumía su gratitud y complacencia con las atenciones dispensadas en este heroico e histórico pueblo, donde se inició la guerra final y consolidó la fuerza rebelde.

La promesa de volver hecha por Fidel fue una inequívoca muestra de su grata estancia en suelo granmense y del  buen trato de estas mujeres. Lamentablemente, ya eso no fue posible. Al conocer la noticia de este 25 de noviembre, ellas no pudieron evitar conmoverse y angustiarse, pero como bien dice María Cedeño Rojas: “Lo importante es que está viva su obra y su memoria, en cada uno de nosotros”.

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