Cuentan las propias trompetas que jamás ha sido igual volver a los campos y hacer bailar al campesinado cubano al ritmo del son montuno, que coqueto y divertido, conjuga el cultivo con la danza de la bella muchacha y el bravo guajiro.
Los bongós también sienten nostalgia, y callados, desde un rincón, rememoran días de guaracha y son, donde la tierra se sabe llena de alegría, ron, y tabaco al escuchar entre los surcos, el eco de una inigualable voz que conquista la campiña como la tierra al sol.
Quizás, allá por la serranía, donde el convite siempre enlaza de un tiro a la tradición, se le recuerde con mayor arraigo al Bárbaro del ritmo, el Benny Moré, quien se convirtió en una identidad cultural y de los campos cubanos muchas historias musicalizó.
Quizás pocos lo advierten, pero del lomerío aquel hombre jamás se desprendió, llevaba el sudor en su pecho, un sombrero campechano y el bastón bien plantado.
Así nacieron el Son Montuno, Qué bueno baila usted, y hasta se autodenominó Soy Campesino, para que conste un currículo cubanísimo donde no cupo nunca el creído apelativo hombre del son, sino la pasión que desde Santa Isabel de las Lajas bien que aprendió.
Y aunque febrero lo arrancó hace ya 57 años, no habrá silencio porque murió la leyenda del son montuno, el Benny vuelve sin pedir permiso para cantarle al guajiro y la bella muchacha un excelente son.
Aquella voz inmortalizó no solo un ritmo campestre, un bolero, mambo o chachá, sino un sentimiento de melodías que a una época atrapó.