Una campana que ahuyenta huracanes

EL ANUNCIO DE PAVOROSAS TORMENTAS COLOCAN BAJO RESGUARDO LOS VALORES PATRIMONIALES DEL MUSEO NACIONAL LA DEMAJAGUA, TAMBIÉN EL MITO QUE ORIGINÓ LA CAMPANA.
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Por Luis Carlos Frómeta Agüero | 18 octubre, 2020 |
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FOTO/ Eugenio PérezParque Museo Nacional La Demajagua, es un sitio histórico, acariciado por las aguas del Guacanayabo, cercano a Manzanillo, lugar fundacional de la nación cubana donde Carlos Manuel de Céspedes protagonizó el inicio de las guerras por la independencia el 10 de octubre de 1868.
La pintoresca disposición geográfica de la institución, se enaltece con el centenario Jagüey desarrollado entre los engranes de una catalina perteneciente al otrora ingenio céspediano, devenido identificativo visual para artistas de la plástica y otros creadores.

El interior del inmueble, capitalmente restaurado, resguarda múltiples objetos testimoniales de aquella gesta heroica: armas del primer ejército mambí, grilletes y cadenas para retener esclavos, el himno escrito por el Padre de la Patria, denominado por él como Marcha de Manzanillo…

También exhibe tachos, calderas pertenecientes a una máquina de vapor procedente de Inglaterra para el ingenio semi mecanizado, una rueda voladora, la cunyaya, la bandera y el símbolo de la nacionalidad cubana: la campana.

Fundida en bronce y su badajo en hierro, 1859, es oriunda de Villedieu les Poéles, (Villa del pueblo), comuna francesa situada en el corazón de Normandía, a unos 450 kilómetros al norte de París.

¿MITO O REALIDAD?

Foto REVISTA DIGITAL CUBAHORA

Corría el año 2005 cuando el Presidente del Consejo de Defensa Provincial y Primer secretario del Partido Comunista de Cuba en Granma, Lázaro Expósito Canto, indiicó a César Martín García, en ese momento director del Parque Museo Nacional La Demajagua, evacuar los bienes patrimoniales de la institución a su cargo.

Se acercaba el huracán Dennis, de formación temprana en el Mar Caribe y el golfo de México, pero a la vez muy destructivo, la orden se cumplió de inmediato, era necesario minimizar los daños.

Cuentan que en el ajetreo por la orden dada, César abrazó la campana y pidió, como a un talismán, que los protegiera y alejara del lugar el maléfico torbellino, lo cierto es que Dennis entró por un punto entre Pilón y Cabo Cruz y salió al mar cerca de Belic al sur de Niquero, convertido en huracán categoría 5.

Años después apareció Ernesto, con afectaciones en el Caribe y Centroamérica , partía de Jamaica rumbo a Cuba y ante su inminente paso por el Guacanayabo, los trabajadores del parque museo activaron nuevamente el plan concebido para esos casos, protegieron las colecciones e imploraron nuevamente a la campana y el huracán desvió su rumbo.

El mito funcionaba cuando apareció Paloma, el meteoro avanzaba con vientos máximos de 215 kilómetros por hora, rumbo a Manzanillo, sus pobladores pronosticaban que desaparecería al terruño.

Complicada la ciudad, se decretaba la “alerta máxima “, fotógrafos aficionados alistaron sus cámaras para dejar constancia gráfica, mientras César imploraba repetidamente a la campana que alejara a Paloma y, para el asombro de todos, el ave viró las alas.

En otra ocasión el Instituto de Meteorología, anunciaba la presencia de Sandy, el más mortífero ciclón tropical de la temporada 2012 que atravesó el país, procedente de Santiago de Cuba avanzaba por el mar rumbo a la provincia de Granma.

Nuevamente la súplica regresó a la campana y la megatormenta retornó para ensañarse con la infraestructura santiaguera.

Desde entonces, cada vez que se acerca al territorio un fenómeno atmosférico de ese tipo, ciertos trabajadores y vecinos del lugar, protagonistas del naciente mito, piden a la campana que aleje los daños, para que el Altar sagrado de la Patria mantenga el esplendor de aquella mañana en la que Céspedes proclamó los dos principios básicos de sus banderas combativas: la independencia y la igualdad de todos los hombres.

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