Hanabanilla. Villa Clara,- Este cinco septiembre, inicio del curso escolar 2016-2017 en Cuba, una decena de niños residentes en la serranía de Villa Clara llegan temprano a las márgenes de la presa Hanabanilla para abordar ahí el barco Siguanea que los conduce hasta la escuela.
Antes de llegar a los diferentes atracaderos establecidos en las orillas del único lago intramontano del país, los pequeños, junto a sus familiares, recorren los trillos y caminos pendientes que separan sus casas del embalse.
Esta manera, única en Villa Clara, de ir a los centros de estudio se estableció hace casi 50 años y asegura el traslado de los alumnos residentes en las cooperativas Tomás Niebla, y Reynaldo Richie, hasta el centro escolar Mariana Grajales.
A bordo de la nave viajan estudiantes de los diferentes grados de la enseñanza primaria, entre ellos Sheyla Curbelo, quien comienza el preescolar y junto a sus padres navega por las tranquilas aguas.
Reikel Rojas, de cuarto grado, reside en Naranjito, el punto más distante del lago, por eso siempre es el primero en subir al barco, el pequeño dijo a la ACN que disfruta el recorrido porque conversa y juega con sus amigos.
Ketty González, quien acompaña a su hijo hasta la escuela, comentó que ese modo diferentes de ir a estudiar ya es parte de la tradición del lugar, pues así lo hicieron sus padres y abuelos.
Eliecer Curbelo, es el patrón que tiene la noble misión de cada día, a partir de las cinco y media de la mañana llegar hasta los diferentes atracaderos para conducir a la rivera opuesta a los infantes.
Comenzamos temprano porque las distancias son grandes y debemos arribar al punto final antes de la siete y media así evitamos que lleguen retrasados a las aulas, explicó.
La embarcación está en óptimas condiciones y la tripulación habilitada para navegar, además contamos con los recursos necesarios en caso de accidentes como sirenas, radiofonía, entre otros medios, aseveró.
En horas de la tarde el recorrido se realiza a la inversa, después de las cuatro y media, cuando los planteles escolares comienzan a perder la algarabía de los pequeños, Siguanea llena su cubierta con los rostros alegres y traviesos de los niños que regresan a casa.
Los padres los esperan en el muelle, a lo lejos la sirena avisa que la nave se acerca; luego con destreza y rapidez los tripulantes sueltan las amarras, atan el navío al muelle y los pequeños saltan a tierra firme, desde allí en mulos o a pie concluyen el camino de vuelta a sus hogares.
Al día siguiente retoma la noble misión de conducir sobre las tranquilas aguas del lago Hanabanilla a los niños serranos para garantizarles la instrucción y sabiduría.