David Izaguirre Salgueiro y Aida María López Mendoza, son dos jóvenes que tras iniciar en Bayamo la fase III del ensayo clínico del candidato vacunal Abdala (CIGB-66), uno de los cinco inmunógenos cubanos anti COVID-19, se han tornado una pareja mediática, aunque no tienen un vínculo sentimental.

Cada uno lleva su propia vida, sin embargo, tienen muchos puntos de contacto, por ejemplo: son hijos de esta acogedora ciudad, pertenecen a igual área de salud  (en el Edificio 18 Plantas), conviven en igual barrio; se formaron en el sector de la salud pública, y se suma a estas coincidencias el hecho de constituir los primeros voluntarios del oriente cubano en ser vacunados con el candidato vacunal Abdala.

Desde entonces las cámaras y las grabadoras no le son ajenas y hoy hablan con más naturalidad de su experiencia, e incluso postean en las redes sociales.

Ambos son sencillos y entregados, formados en una familia humilde, hacedora de ciencia, hija de esta Revolución, por eso nadie vio con escepticismo que aceptaran  formar parte de este ensayo clínico que desde 22 de marzo tiene lugar en nuestra urbe, en aras de demostrar la eficacia, seguridad e inmunogenicidad de este candidato vacunal.

ROMPER EL HIELO

“Todo fue obra del azar. Precisamente esa mañana salí de guardia y llegué muy temprano. Hice el número seis en pasar al sitio clínico, pero como soy joven y saludable no tuve problemas durante el control de los signos vitales”, comenta David Izaguirre Salgueiro.

“No me sentí nervioso, pero sí tenía esa sensación, ese salto que te da cuando te enfrentas a algo por primera vez. El pinchazo, ya sabes, es algo que incomoda, pero no como para salir corriendo.

“Todo el proceso en el Centro Médico Ambulatorio fue muy dinámico, cumpliendo con el distanciamiento físico y las normas de bioseguridad.

“El personal muy profesional y al pendiente de cualquier reacción que pudiéramos tener. Yo en lo personal  no tuve siquiera reacción local, que es lo más frecuente”, describe Salgueiro, quien presta servicios como Médico general integral.

Aunque Aida María López Mendoza se desempeña como ortodoncista en la Clínica de especialidades estomatológicas de la Ciudad Monumento Nacional, y su profesión acontece entre el ir y venir de batas blancas, la experiencia no dejó de  provocarle nervios, algo explicable ante tanta pulcritud, protocolo y personal del sector expectante del proceso, sin antecedentes en esta oriental provincia.

A unos metros de distancia, David, el primer voluntario granmense es vacunado. El salón estremece en aplausos en lo que otra aguja se introduce en el hombro de Aida. Los plausos se replican, las felicitaciones y el regocijo de los rostros. Los celulares del propio personal de salud eternizan el momento y sellan con una instantánea la amistad entre estos dos jóvenes que marcan el inicio en Granma de la tercera fase del  ensayo.

LA FUERZA DE UN PAÍS

“Uno siente primeramente orgullo. Orgullo de ser un joven de esta Revolución, de pertenecer al sector de la  salud y recibir este candidato vacunal contra la Covid-19, obra del  Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología de Cuba, una institución en la cual  algunos jóvenes científicos han puesto su talento en concretar este candidato vacunal.

“En lo personal felicito a todo el personal médico, al de enfermería, al de transporte, muy importante para garantizar el flujo del ensayo en el que yo, mi familia y el pueblo de Cuba tiene una gran esperanza”, expone Salgueiro.

“Ser partícipe de este suceso es un orgullo, porque es por el bien de todos. Tengo mucha fe en su eficacia”, comenta Aida María.

Su hijo Alejandro, de nueve años, no puede ocultar el orgullo que siente hacia su madre. Desde entonces hurga en las redes sociales para descubrir si hay alguna noticia sobre su participación en este importante suceso.

“En casa se vacunó mi tía, mi mamá y también mi esposo. Todos tenemos fe en que el ensayo será un éxito, por eso quisiera agradecerles a todos los médicos y científicos cubanos.

“Ya recibí mi segunda dosis. Puedo haber recibido el candidato a vacuna o el placebo. En cualquiera de los casos yo estoy muy contenta, y mi familia también.

“Exhorto a la población a que se vincule a este ensayo clínico, porque Cuba va por más, Cuba va para todos”, comentó optimista Aida María.

La intrepidez de estos jóvenes es un número que  se multiplica en el día a día y que supera los seis mil voluntarios entre 19 y 80 años de edad, que confiados en la ciencia cubana, disponen su hombro para  en un futuro, salvar vidas.