Esta cita (7 al 11 de mayo) además de permitir negociaciones y aproximaciones al turismo cubano de dos mil delegados de 40 países, aprovecha caminos y lugares de interés como el mencionado.
Uno de los lugares que más impacta a quienes llegan a este país en busca de descanso activo, está en la más occidental provincia cubana, Pinar del Rio, se trata de un valle con mogotes, unas elevaciones muy típicas del lugar, ese escenario se nombra Valle de Viñales.
El poblado del mismo nombre se ve en la actualidad lleno de caminantes, personas con mochilas, y dispuestos a andar y tirar fotografías de un paisaje muy verde y natural, matizado por los sembradíos de tabaco.
Ubicado en Pinar del Río, el Valle tiene para sí toda la gama de colores que un amante de la naturaleza pudiera esperar de su visita a Cuba.
A simple vista, aparecen los mogotes repletos del verdor que inunda los sentidos, entrelazándose con el árbol nacional, la palma real.
Incrustados por esos parajes, se encuentran los sembradíos de tabaco, con la peculiaridad de tener un suelo químicamente perfecto para la hoja y un clima muy acorde con los resultados: la confección del puro habano, considerado el mejor del mundo.
El Valle de Viñales es uno de los sitios turísticos más conocidos de la Isla. Se trata de 132 kilómetros cuadrados de extensión integrante de la Sierra de los órganos, en las Montañas de Guaniguanico.
Significa una complejidad geológica con predominio de rocas calizas, pizarras, esquistos y areniscas. Y como complemento ideal, se encuentran las zonas cársicas, sus mogotes.
Este tipo de valle cársico cuenta con un largo de aproximadamente 11 kilómetros y un ancho de cinco, teniendo tres establecimientos hoteleros de reconocido prestigio: Hotel Los Jazmines, Hotel La Ermita y Hotel Rancho San Vicente.
Pero hablar del Valle de Viñales jamás sería completo sin mencionar el tabaco, que por esa zona, perteneciente a Vuelta Abajo, se señala como la mejor capa.
Propiamente, Pinar del Río (10 mil 848 kilómetros cuadrados), tuvo como apelativo original, dotado por los conquistadores españoles a Nueva Filipina, en 1774, y cuatro años más tarde se quedó con el nombre de la más antigua de las poblaciones del lugar, Pinar.
Por la autopista nacional se llega fácilmente en coche (dos horas) desde La Habana, en un viaje que obliga siempre más al occidente rumbo a la Sierra del Rosario, con su Pan de Guajaibón, la montaña mayor de esa región con 699 metros sobre el nivel del mar.