Alguien escribió un día, en cierto lugar: ¿Qué es el periodista? ¿por qué ser periodista? ¿quién debiera ser periodista? Aquellas interrogantes volvieron a nuestra mente, como otras tantas veces, este 7 de noviembre, cuando en La Demajagua, ese sitio sagrado de la Patria, donde Carlos Manuel de Céspedes elevó a los cubanos el primer grito de libertad o muerte, varios periodistas granmenses recibíamos el reconocimiento 40 Aniversario de los Órganos Locales del Poder Popular.
¡Vaya honor! El pergamino llegó a nuestras manos en medio de una mezcla de indescifrables sentimientos.
Parecía como si apenas pudiéramos contener la mirada de aquella campana redentora, de aquel jagüey centenario, de aquella rueda matriz, de aquella voladora y de aquella parte de la máquina de vapor, que luego de la destrucción del ingenio glorioso, quedarían en el mismo lugar donde los esclavos, bajo gozo de la libertad, se alistaban al combate.
Sé que había lágrimas a pura fuerza contenidas en nuestros corazones y nuestras gargantas.
¿Quiénes somos nosotros para merecer ese estímulo? ¿Quiénes somos?, sino hombres y mujeres cuyo oficio, más allá de las rutinas que nos apuran y nos señalan, nos ha marcado un camino, un sentido y un elevado compromiso con la Revolución que nos formó y nos ha hecho, como a todos en este país, seres verdaderamente dignos.
¿Quiénes somos?, sino personas comunes fundidos en la muchedumbre, que escriben sobre los sueños y las alegrías de los otros, porque son nuestros propios sueños y nuestras propias alegrías; cronistas del surco que labran los otros, porque es nuestro propio surco; espada, que como dijo el Maestro, debe estocar, pero con noble intento, los errores de los otros, porque nosotros también erramos.
¿Quiénes somos?, sino pluma, voz e imagen del gran desafío que hoy el país les otorga a los otros, porque ese es, ineludiblemente, nuestro gran desafío.
El propio José Martí nos legó; “La prensa en tiempos de creación, no puede ser mero vehículo de noticias, ni mera sierva de intereses, ni mero desahogo de la exuberante y hojosa imaginación. La prensa es Vinci, creadora del nuevo templo magno e invisible, del que es el hombre puro y trabajador el bravo sacerdote.”
En La Demajagua, temblamos ayer frente al recuerdo de aquellas palabras memorables de Céspedes, cuando indicó: Ciudadanos, ese sol que veis alumbrar por la cumbre del Turquino, viene a alumbrar el primer día de libertad e independencia de Cuba, que a partir de ahora será libre, porque no puede ya volver a ser esclava.
Allí nosotros, que no aspiramos a otro premio que no sea el sabernos dignos del oficio que escogimos, juramos, en callado silencio, que no habrá dinero ni tentaciones que nos alejen nuestro ético compromiso, y que preferimos dejar de existir, a traicionar el legado de Martí, de los periodistas, el Maestro.