Vigilancia y experiencia, lecciones sobre la situación sísmica en Puerto Rico

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Por Agencia Cubana de Noticias (ACN) | 18 enero, 2020 |
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FOTO Cubatel

La Habana, -Para los sismólogos cubanos, y la población en general, lo más importante ante la actual situación sísmica que afronta la vecina isla de Puerto de Puerto Rico son la vigilancia científica y las experiencias y lecciones que se pueden extraer de estas situaciones extremas de la naturaleza.

 Así lo plantea el Doctor en Ciencias Bladimir Moreno Toirac, presidente del Consejo Científico del Centro Nacional de Investigaciones Sismológicas (Cenais), con sede en Santiago de Cuba, en un entrevista al semanario provincial Sierra Maestra,  que por su importancia reproduce la Agencia Cubana de Noticias por abordar temas de gran relevancia para la región suroriental cubana, caracterizada por su alta sismicidad, pero también para el resto del país, pues como se ha dicho en toda Cuba tiembla.
De lo sucedido en la isla de Puerto Rico, el reconocido especialista ofreció datos y valoraciones, al señalar que el terremoto  ocurrió el 7 de enero a las tres de la madrugada, con una magnitud de 6.4 en la escala de Richter, posterior a un premonitor que sucedió un día antes (6 de enero) a eso de las 6 y 32 a.m. hora de ese país.
Fue en los límites de la falla tectónica llamada Trinchera de los muertos, al sur de la isla y esto forma parte de un sistema de fallas que marca los límites de frontera entre la Placa del Caribe y la de Norteamérica, precisó.
Aunque evidentemente el epicentro estuvo bastante alejado del territorio cubano, Moreno Toirac enfatizó que los sismólogos cubanos  mantienen la vigilancia pues cuando ocurre un terremoto fuerte, pueden desencadenarse otros en zonas aledañas.
De la experiencia sobre este evento podemos sacar de positivo la ocurrencia de solo un fallecido, cifra que conmueve ante los desastres en las construcciones, al punto de declararse esta nación en estado de emergencia.
Hubo un solo fallecido y esto se debe a los premonitores que ocurrieron antes, es decir, el terremoto que fue fuerte también, ocurrido el día antes de 5.8, parece que puso en alerta a la población y esta salió de las casas, y cuando vino el más fuerte, pudieron salvar la vida, manifestó.
Por eso es tan importante adoptar medidas antes, durante y después, que le sirva de experiencia a la población de que al sentir un terremoto significativo siempre hay que permanecer fuera de la vivienda, por lo menos durante las primeras 72 horas, porque hay muchas probabilidades de que ocurra otro terremoto más fuerte así como ocurrió en Puerto Rico, y lo mismo en el 1932 en Cuba.
Sobre este último fenómeno telúrico recordó que en la ciudad santiaguera se produjo el 3 de febrero de 1932 ocurrió uno de los terremotos más fuertes y dañinos registrados en Cuba.
Fue sismo de magnitud 6.7 pero fue antecedido por varios terremotos perceptibles que alertaron a la población y muchos de estos durmieron fuera de sus viviendas y el terremoto vino también a la  1 y 31 de la madrugada, y los que estaban afuera se salvaron.
En esa ocasión hubo 12 muertos, poco para la cantidad de daño que provocó a la ciudad, y fueron menos por los premonitores. Y eso nos debe de servir de experiencia para el futuro, puntualizó Moreno Toirac.
A criterio del investigador la madrugada es muy peligrosa, la mayoría de los terremotos ocurren durante la noche y se está estudiando por qué; hay muchos mas terremotos de noche que de día.
Señala el trabajo periodístico que las estadísticas no se equivocan, al recordar que el último terremoto fuerte de Puerto Rico fue el 12 de octubre de 1918, con 116 muertos, este generó un tsunami que también hizo mucho daño, y se localizó al noroeste en otra falla tectónica llamada  la trinchera de Puerto Rico.
Casualmente el del pasado 7 de enero coincide con el pronóstico cíclico de la ocurrencia de un terremoto fuerte entre 80 y 100 años, en una zona sísmica.
Según especialistas del Cenais, la sismicidad en Cuba de los dos últimos años ha bajado significativamente, como media en un año  pueden sentirse unos 15 terremotos perceptibles y el pasado solo hubo cinco, muy por debajo de la media.
El último terremoto significativo que ocurrió en Cuba fue el 17 de enero de 2017, con magnitud 5.8 en la escala de Richter, al año exacto de cuando comenzó en el 2016, la anomalía sísmica en la parte sur de oriente.
Moreno Torirac dijo que de esa fecha para acá la sismicidad bajó muy por debajo de la media, pero no solo en Cuba a nivel mundial también hay una baja actividad sísmica, que no quiere decir que no ocurran terremotos fuertes, pero que han sido menos.
Pero como eso es impredecible siempre es necesario estar atentos y tener presente la importancia de las medidas antes, durante y después de ocurrir un terremoto, enfatizó Moreno.
Al respecto señaló que las personas deben tener preparado un botiquín con primeros auxilios compuesto por agua, medicinas, linterna, silbato, radio portátil, entre otros elementos que pueden ser útiles en caso de uno quedar atrapado.
Durante el terremoto, aunque la persona transita por un shock emocional y nadie sabe como reaccione, se recomienda mantener la calma, colocarse debajo de columnas y arquitrabes, o cerca, de forma tal de que si hay un desprendimiento estas aguanten. En lugares donde haya falso techo, ubicarse debajo de una mesa resistente ante la posible caída de esos elementos ante la sacudida.
“Se recomienda salir de las casas, cuando uno está en una vivienda que sea primer piso, es muy probable que le dé chance a salir de la misma, ya que ante un terremoto esta no se va a desplomar de inmediato, va a tardar unos segundos en caerse y ahí es donde se puede salvar la vida.
“En un edificio es muy difícil que dé tiempo a salir, por lo que debe protegerse, esperar que termine y luego evacuar sin tomar elevadores y comprobar que las escaleras estén firmes.
“Siempre salir a espacios abiertos, donde no haya cables eléctricos, por si ocurriera luego un incendio y las balitas de gas cerradas para que no exista escape”, concretó.
Construir pensando en el mañana
Por eso el terremoto de Puerto Rico debe ser una lección tanto para los científicos, decisores y pueblo en general, porque es un ejemplo de lo que podría suceder en Cuba con uno de similar magnitud  porque tiene mucha similitud con el tipo de construcciones.
“En este sentido ya no se puede hacer mucho con respecto a las estructuras viejas y antiguas porque son un patrimonio, pero sí por las estructuras que se puedan reforzar, demoler, y eso es una medida que el gobierno ha acelerado últimamente con la demolición de casas y paredes con peligro de derrumbe, dijo Moreno Toirac.
Algo muy importante es que las nuevas construcciones que se hagan tienen que ser sismorresistentes sin crear vulnerabilidades, porque el peligro es constante y lo único que hay es que, para reducir los riesgos hay que reducir las vulnerabilidades reforzando lo que tenemos.
Nosotros tenemos que acostumbrarnos a vivir con la naturaleza y como siempre van a seguir pasando huracanes por Cuba siempre van a seguir ocurriendo terremotos fuertes, porque es un fenómeno natural cíclico y se va a repetir. En algún momento de la historia vamos a tener que enfrentar un terremoto fuerte en Cuba y probablemente en la parte oriental, por tanto tenemos que prepararnos porque es inevitable, va ocurrir en el futuro, lo que no se sabe cuando, enfatizó.
La estadística nos dice que en Cuba todos los siglos ocurre un terremoto fuerte, al menos uno.
¿Cuándo fue el último terremoto fuerte significativo en Cuba?, en 1932, de 6.8. Luego han habido otros como en 1947, en 1992, el 20 de marzo de 2010, el 17 de enero de 2016 y ese mismo día pero de 2017 el de 5. 8. Después de ese no se ha registrado más ninguno de magnitud significativa, así que hay bastante tensiones acumuladas muy cerca del sur de Santiago de Cuba trascurriendo unos 88 años del último terremoto fuerte (1932).
“Es evidente que a medida que pase el tiempo la probabilidad de que ocurra un evento fuerte aumenta y de que pueda dañar la ciudad de Santiago de Cuba, es un hecho”, concluyó Moreno Toirac.
Ante la advertencia de la ciencia solo queda reducir las vulnerabilidades, adaptarnos a vivir en armonía con la madre naturaleza, pero estar preparados y alertas.

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