“Hace varios años participo en la maratón por la esperanza”, expresaba con tremendo orgullo Omar Milanés Martínez, minutos antes de que esta mañana, como en todo el país, largara la carrera Terry Fox en la suroriental ciudad de Bayamo.
Como miembro de la Asociación cubana de limitados físicos motores (Aclifim), él es uno de los asiduos participantes en cuanta actividad convoca la Dirección de deportes aquí, “aunque nunca lo hago por ganar, sino por participar y llegar, para sentirme bien de salud”, explica.
“Así soy ejemplo para los otros discapacitados; invito a salir a aquellas personas que están en un rincón de sus casas, que se sumen, a pesar de cualquier impedimento porque pueden lograr lo que se propongan”, asevera Milanés Martínez.
Omar siempre asiste acompañado por su esposa Annia Calzadilla Machado, también integrante de la Aclifim: “Corro porque me gusta el deporte y me solidarizo con ese noble empeño de Terry de recaudar fondos para la lucha contra el cáncer”, comenta sentada sobre su silla de ruedas y a escasos metros de la arrancada en la central calle Martí.
Muy cerca de allí se encontraba Esteban Osorio Rodríguez, un niño autista de 12 años de edad, quien no quiso perderse la carrera, y junto a su mamá Juana Rodríguez Arias emprendió el trayecto de dos kilómetros aproximadamente, aunque la pertinaz lluvia le impidió terminarla en la Plaza de la Patria.
Y mientras Esteban baila al compás de la música que ameniza el lugar, Juana dice: “Es una forma de homenajear a Terry. Significa mucho porque nos demuestra que sí se puede y que luchó por la vida, a pesar de las dificultades”.
Para ella aun es difícil lidiar con la discapacidad intelectual de su hijo, “tenía tres o cuatro años cuando la diagnosticaron, sin embargo, he visto mejoría”, refiere.
“Lo importante es que ha logrado insertase en la sociedad, además aprendió a leer y a escribir. Asimismo, tratamos de lograr, en conjunto con la escuela, que sea lo más independiente posible, para prepararlo para la vida”.