La Mejorana, amargura y luego miel

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Por Yelandi Milanés Guardia | 19 mayo, 2022 |
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FOTO/ tomada del sitio web El Caimán Barbudo

El enigma y el misterio, aunque se han despejado algunas interrogantes, todavía envuelven la famosa reunión de La Mejorana, celebrada el 5 de mayo de 1895 entre José Martí, Máximo Gómez y Antonio Maceo. Ellos protagonizaron uno de los hechos más trascendentales de nuestra historia, y sobre el cual -a más de un cubano- la curiosidad invita a adentrarse en lo que conversaron, en tono cordial o tenso, los hombres más importantes de la Guerra Necesaria.

El encuentro aconteció en el antiguo ingenio La Mejorana; sitio actualmente ubicado en Santiago de Cuba. Pese a todas las versiones que existen sobre aquella reunión importantísima, el testimonio de Martí sigue siendo el más completo. Las anotaciones que hizo el Apóstol el propio día 5 de mayo reflejan que fue un encuentro complejo, entre hombres apasionados con la causa de la libertad de Cuba, pero no por ello coincidentes en la manera de organizar la lucha.

En su diario el autor de los versos sencillos anota: “Maceo y Gómez hablan bajo, cerca de mí: me llaman a poco, allí en el portal: que Maceo tiene otro pensamiento de gobierno: una junta de los generales con mando, por sus representantes, –y una Secretaría General– (…) Nos vamos a un cuarto a hablar. No puedo desenredarle a Maceo la conversación: “¿Pero Ud. se queda conmigo o se va con Gómez?” Y me habla, cortándome las palabras, como si fuese yo la continuación del gobierno leguleyo, y su representante”.

Es fácil advertir en las palabras del Delegado del Partido Revolucionario Cubano (PRC), que las viejas contradicciones de la Guerra de los Diez Años y la Chiquita -entre el poder civil y el militar- aún subsistían. Maceo defendía un poder militar sin interferencias de los civiles porque consideraba que primero había que ganar la guerra, antes de pensar en la existencia de un gobierno en plena manigua.

Martí discrepaba, pues aspiraba a un equilibrio de poderes: “Rudo el Ejército, libre, y el país, como país y con toda su dignidad representado”, escribió en su agenda de campaña ese mismo día.

El Generalísimo en esta ocasión apoyaba las ideas del nacido en la habanera calle de Paula. Finalmente, a pesar de las discrepancias por haber convocado Martí y Gómez una Asamblea de Delegados para formar un gobierno, Maceo terminó subordinando su criterio al ajeno, y se declara partidario de enviar cuatro delegados por la provincia de Oriente a ese cónclave.

LO QUIERO MENOS DE LO QUE LO QUERÍA

Otro asunto que salió a relucir en la entrevista fue el disgusto del Titán de Bronce con relación a la designación de Flor Crombet al frente de la expedición que lo había traído desde Costa Rica. Martí lo hace explícito también en su diario: “Lo veo herido, -lo quiero –me dice– menos de lo que lo quería”. Duele leer como también describe el final de esa jornada: “Y así, como echados, y con ideas tristes, dormimos”.

Según algunos historiadores el hijo de Mariana Grajales tenía más motivos para estar irritado con el dominicano, que con José Julián. A fin de cuentas Gómez había sido el que convocara la formación de una Asamblea de Delegados para constituir el gobierno de la República en Armas, lo cual había provocado la oposición resuelta y enérgica del protagonista de la protesta de Baraguá.

Asimismo, Maceo conocía que el Generalísimo había dado todo su apoyo a la decisión del Delegado del PRC de ponerlo bajo las órdenes de Flor Crombet, punto más sensible de las discrepancias surgidas entre los jefes revolucionarios en La Mejorana.

Al parecer, en aquella entrevista también se debatió sobre la invasión a occidente –el sueño de los generales Gómez y Maceo– y acerca de la distribución de los mandos del Ejército. Hay distintas versiones sobre la tesis que sostuvieron ambos jefes en relación con el momento del inicio de la campaña invasora. Todo parece indicar que Gómez le pidió a Maceo que atrajese sobre sí al enemigo, mientras él se movía a Camagüey y lo levantaba.

En cuanto a Martí, dado su empeño de acelerar la marcha de la guerra y acortar cuanto se pudiera el logro de la victoria, se presume que estaba decidido a emprender el rumbo hacia occidente inmediatamente, después de constituir el gobierno en Camagüey.

Todo indica también que se abordó la posible salida del mártir de Dos Ríos del campo insurrecto. El Titán de Bronce consideró que era imprescindible la presencia del Apóstol en el exterior para apoyar logísticamente a la revolución. Se afirma que Martí expresó que no abandonaría la Isla hasta que no presenciara uno o dos combates. Otro testimonio, el de Ramón Garriga, señala que el hombre de La Edad de Oro alegó que solo saldría de Cuba después de entrevistarse con Bartolomé Masó y Salvador Cisneros Betancourt.

Lo cierto es que el propósito de Martí y así lo refleja en sus escritos de esos días, era llegar hasta el Camagüey a hacer gobierno. Luego vería qué sucedería con su destino.

UN DÍA DESPUÉS DE LA MEJORANA

A la mañana siguiente Maceo los invitó a visitar su campamento y los presentó a la tropa, para expresarles de alguna manera sus disculpas, después de haberlos hecho dormir, fuera, la noche anterior. Sobre la inesperada invitación anotó Gómez en su diario el 6 de mayo: “… el General se disculpó como pudo, nosotros no hicimos caso de las disculpas como lo habíamos hecho del desaire, y nuestra amarga decepción de la víspera quedó curada con el entusiasmo y respeto con que fuimos recibidos y vitoreados por aquellas tropas”.

Sobre esta hermosa reconciliación Mariano Corona, en el libro Yo conocí a Martí, expresa: “A las nueve llegó un correo con la noticia; los que no pudimos ir el día antes a la célebre entrevista de La Mejorana, íbamos a experimentar una emoción suprema, íbamos a conocer a Martí y a Gómez, a quienes escoltaba el entonces brigadier José Maceo.

“Los toques de corneta ensordecían el espacio; el movimiento era general; los asistentes ensillaban los caballos; los coroneles de regimiento transmitían sus órdenes, y las compañías con sus respectivos capitanes a la cabeza, formaban en una ancha calle de árboles, para hacer pasar entre ellas, al sonido marcial de los clarines, a los dos próceres de la revolución.

“El general Maceo, revisando sus fuerzas, pasaba ante ellas dando vivas a los generales Gómez y Martí, vivas que los patriotas de la vereda y de la manigua, como dijo en hermosa frase el orador guerrero, recibían con estruendoso júbilo, agitando al aire la enseña tricolor…

“Martí habló el lenguaje del patriotismo, y sus frases iban cayendo como bálsamo alentador en el corazón de cuantos lo escuchaban. Nadie le interrumpió, se le oía como oyeron los hebreos las máximas de Cristo, con adoración bíblica, con fanatismo de idólatras. Cuando concluyó, brotó el volcán; ¡Vivas! A Cuba, a Gómez, Maceo y Martí repercutieron por largo rato en aquellas montañas, como la protesta gigantesca de un pueblo heroico que iba al sacrificio, con la frente alta y la conciencia limpia, a luchar por la libertad de su país.

“El entusiasmo fue delirante, la excitación inmensa; si en aquel instante España, con todos sus soldados, se hubiera atrevido a presentarse en aquella fiesta del patriotismo y del honor, desde entonces se hubieran vuelto rumbo a Europa los chacales de la conquista.

“Después habló el general Gómez: Realzó las cualidades de Maceo, y recomendó la disciplina como la condición que más debía estimar el soldado cubano, tomándola como divisa en su lucha contra los españoles (…) Breves instantes hablaron él, Martí y Maceo, a caballo, y a la sombra de una hermosa majagua, sobre el giro que habían de tomar las primeras operaciones en Oriente y el Príncipe*. Después se abrazaron con efusión, en presencia de las fuerzas, que celebraron con gritos de júbilo y alborozo aquel abrazo revelador”.

ADMIRACIÓN A PESAR DE LAS DESAVENENCIAS

Quizás todo lo que se discutió en el ingenio, y muchas de las interrogantes que persisten pudieran haberse conocido o resuelto, si se hubiera podido tener acceso a las cuatro páginas que faltan del diario de campaña de Martí, correspondientes al 6 de mayo de 1895. Ahora bien, respecto a las desavenencias que en diversas oportunidades se produjeron entre los líderes fundamentales de la Guerra Necesaria, nadie debe sorprenderse, ni pensar que por eso no se retribuían cariño y admiración; solo basta revisar la correspondencia privada de estos grandes hombres.

Además, toda diferencia entre ellos quedó siempre reducida ante el compromiso que los unía con Cuba. Pero al mismo tiempo, sostener que no tuvieron fuertes contradicciones es soñar o construir una historia sacralizada, alejada de la realidad. En este caso, habría que destacar las palabras de Rolando Rodríguez, al respecto: “Después de todo, casi no se trataba de que ellos hubieran elegido la empresa, sino que la empresa los había elegido a ellos, porque dada su índole descomunal, ciclópea, para ella se necesitaba de leones, y los leones no acarician. Resultaban los tres, el fino, seductor y genial Martí; el vigoroso, enérgico y talentoso Maceo; el áspero, sagaz y empeñoso Gómez, hombres hechos para mandar y para dirigir, cada uno a su forma, y no para ser mandados.

“Sus relaciones no podían ser, por tanto, fáciles y eso explica sus divergencias. Si ellos hubieran sido de otra forma, posiblemente sus nombres nunca habrían pasado a la historia o habría sido a título de subalternos”.

SEÑALAR EL CAMINO CORRECTO

No obstante, el desacuerdo de Maceo con las ideas de Gómez y Martí no fue perenne, y luego, en una carta enviada al dominicano y fechada el 16 de junio de 1895 reconoce- como solo saben hacer los hombres sublimes- su posición errada. En esta misiva Maceo le recordaba al Generalísimo: “La última vez que nos vimos usted, Martí y yo, creía un poco prematuro la formación del gobierno, pero hoy lo exige la pujanza de la revolución”.

Luego la guerra, por un tiempo -siguió buen curso- a pesar de la irreparable y dolorosa pérdida de José Martí. Y en gran parte fue gracias a las hazañas militares del quisqueyano y el lugarteniente general, quienes de seguro tenían muy presente en su accionar cotidiano las premisas que había enarbolado Martí, y que en La Mejorana, aunque no fueron bien entendidas por el bravo santiaguero, luego la razón y el tiempo las aquilataron, pues el mártir de Dos Ríos -en su vida demostró- que tenían el singular don de anticipar los peligros, y señalar el camino correcto.

*- Inferimos que se refiere a la zona de Puerto Príncipe, hoy Camagüey.

-Fuentes: ¿Qué pasó en La Mejorana? Artículo publicado el 4 de mayo de 2017 en el página web del periódico Granma. Autores: Elier Ramírez Cañedo y Mónica Corrieri.

 Suárez León, Carmen: Yo conocí a Martí, Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2018.

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