Rigoberto Jiménez coló su Café amargo

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Por Cecilia Crespo (OnCuba) | 18 octubre, 2015 |
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Café AmargoLa opera prima en ficción del experimentado documentalista Rigoberto Jiménez, Café amargo, luego de varios años de realización y muchos obstáculos vencidos, muy pronto podrá apreciarse en los cines. Se trata de un drama diferente, rara avis en nuestra contemporaneidad visual que se rodó en un intrincado pueblo del oriente del país: San Pablo de Yao.

En 95 minutos de metraje recrea la historia Gelacia, Lola, Pepa y Cira Garlobo, cuatro hermanas jóvenes que viven solas en un cafetal en medio de la Sierra Maestra. Ellas no querían a ningún hombre en la casa, pero el paso por la finca de un joven citadino que va camino de alzarse con los rebeldes, cambió sus vidas abruptamente.

Recreada en los años cincuenta, la historia está inspirada en el documental Las cuatro hermanas (1998), del propio realizador. “Café Amargo es sobre todo una filme sobre la toma de decisiones, esa cuestión esencial para caminar en la vida. Es una historia de cuánto puede pesar en una vida la decisión que tomes alguna vez y cómo puedes actuar entonces en consecuencia de ello y corregir o no, lo que haces o hiciste.”, declaró a OnCuba el realizador quien se desempeña además como Jefe del Departamento Multidisciplinario de la EICTV de San Antonio de los Baños. Con él conversamos sobre esta reciente entrega y sobre el cine cubano de hoy que, afortunadamente, explora locaciones más allá de la capital habanera.

Su anterior documental, Las cuatro hermanas fue, de cierta manera, la antesala de Café amargo¿Qué puntos en contacto y esenciales diferencias encontramos entre ambas obras?

Digamos que Las Cuatro Hermanas fue lo primero, pero el punto de partida fue la realidad y esta nutre a ambas obras. El documental me marcó mucho. A partir de él, comenzó la idea de contar esta historia desde la ficción. Los puntos de contactos son los personajes, el espíritu de la historia, pero la película Café Amargo es una historia enteramente de ficción, solo que está inspirada en personas reales y estas personas, ya habían inspirado antes al documental.

¿Cuánto apreciamos en la película de su experiencia adquirida en TV Serrana de la que es fundador?

Sin la TV Serrana quizás no tendría ahora la película, allí me formé, aprendí el lenguaje del cine, me hice documentalista y aprendí a mirar las historias de los seres humanos. En ese aprendizaje un día me encontré frente a frente con cuatro mujeres que tenían una historia de vida difícil y cautivadora, desde entonces comenzó un proceso que no me ha abandonado todavía. Marcó mi vida como documentalista y mi forma de contar, mi interés por diferentes temas y el inicio de la dirección en las historias de ficción.

La soledad funciona como una constante en su obra y en Café amargo también aparece como una de las aristas esenciales. ¿Por qué vuelve una y otra vez a este tema? 

No es premeditado, siempre me llama mucho la atención las historias de las personas que van a su propio ritmo, o en silencio, o en solitario, me parece que enseguida puedo conectar con su mundo interior de forma diferente. Para los que vivimos en el campo o la Sierra, a veces la soledad la tenemos como la existencia común y natural, no hay tantas personas alrededor, se camina por caminos y trillos, uno detrás de otros, los sonidos de la naturaleza son diferentes y te hacen escuchar desde otra perspectiva y las voces se repiten con el eco y cuando crees que alguien te está respondiendo desde la otra loma, es tu propia voz que regresa y entonces estás constantemente en un diálogo contigo mismo. No puedo dejar de acercarme a esas historias, para mí es esencial como ser humano. Existen diferentes tipos de soledad, no todas son iguales, ni significan lo mismo, pero me gusta explorar otras cosas y me faltan muchas cosas por hacer.

El filme inicialmente se llamaba Al Borde del río. ¿Por qué decidió sustituir el título por Café amargo?

Nunca estuve totalmente de acuerdo con el título de producción y al final el café tiene mucho más que ver con la historia que contamos que el propio río. Fue a sugerencia de Juan Piñera, el músico, que llegamos a Café Amargo y ahora pienso que es mucho mejor, más real y más sugerente.

Emplearon el crowdfunding como estrategia de financiación, ¿Cuán compleja fue la producción del filme y qué entidades logró involucrar al proyecto?

Es difícil producir de manera independiente y el crowdfunding desde Cuba, con nuestra poca conectividad y la imposibilidad de ingresar dinero desde el exterior es realmente una locura, de manera que con este método, la ayuda fue mínima, aunque muy bien recibida. Ahora mismo en Cuba para producir de manera independiente, a lo interno, también se complica, como productores, no tenemos identidad jurídica y entonces al valerte por ti mismo, nadie te hace caso y eres nada, nos hace falta encontrar el camino que nos lleve finalmente al reconocimiento de esta figura dentro de la realización cinematográfica en el país, de que aparezca definitivamente ya, nuestra Ley de Cine, que nos hace mucha falta. A partir de ahí, sería mucho mejor hacer películas desde adentro y ganaría, sin dudas, nuestro cine. Café Amargo se produjo de a poquitos, por etapas dilatadas debido a falta de recursos, no es un método bueno y no lo recomiendo, pero era la única manera de hacerlo, pero el proceso fue desgastante para todo el equipo, porque era un proyecto en el que todos se sentía comprometidos. Al final logramos el apoyo de TV Serrana, la EICTV, el Centro Martín Luther King, Fundación Ludwig y muchos otros, pero sin la ayuda del ICAIC, te digo que no hubiera sido posible llegar al final, fue el ICAIC el último impulso y le estamos muy agradecidos.

La cinta cuenta con la participación de muchos actores. ¿Cómo fue la selección de actrices y actores y cómo valora esa experiencia?

Era el mayor reto, el casting, yo quería trabajar con actrices y actores poco conocidos y de allá, de Oriente, para eso convocamos a un proceso de casting con actores de la provincia de Granma y luego con un grupo, nos fuimos a TV Serrana para un entrenamiento con el profesor de actuación Eduardo Eimil y en ese proceso que duró un mes aproximadamente, fue surgiendo todo el elenco, se fueron perfilando los personajes. Después de eso fue un poco más fácil para los personajes de la primera etapa y cuando ya estaban definidos, sobre todo las actrices, entonces comenzó la etapa de trabajo y vida en las condiciones de la Sierra, para que fuera natural la actuación, despojada de vicios, y sobre todo con total autenticidad. Para la segunda etapa, no fue menos difícil, había que encontrar similitudes físicas y eso nos condicionaba, aquí fue más dirigido todo y después de varias confirmaciones y rechazos, en la última semana, antes de comenzar el rodaje, se cerró todo el casting. Fue una gran experiencia y hoy algo de lo cual me siento totalmente orgulloso.

¿Qué importancia le concede como realizador a diversificar el audiovisual cubano tanto en temáticas como en locaciones y de esta forma erradicar el “habanacentrismo”  que prevalece en los últimos años en nuestros medios?

Pienso que si de verdad creemos en la potencia del arte cinematográfico dentro de la cultura de un país, este tiene que ser libre de contar desde cualquier parte, desde cualquier personaje, hecho cotidiano y entorno. La capital siempre centró la atención del Cine Cubano, se hicieron obras con temática y locaciones en el campo, pero siempre con la mirada del que va desde la ciudad y eso sectoriza, olvida, deja sin imagen y sin voz a una buena parte de lo que somos y no hay por qué establecerlo como norma. A medida que la gente comienza a tener más acceso a los medios y a la información, comienzan a su surgir los creadores desde cualquier parte del país y de seguro tienen otra mirada y otras certezas, otras interpretaciones de la realidad y otras historias, con otros matices, con otra culturas dentro de la diversa cultura de Cuba, que no está únicamente en La Habana.

Su formación es básicamente como documentalista. ¿Por qué decidió realizar su primer largometraje de ficción sobre una historia que centra sus conflictos en el complejo universo femenino y en un ambiente tan difícil como el rural?

Encontré en esta historia a personajes reales, con una gran fuerza interior y una gran universalidad, sus relaciones interpersonales y con el entorno me hablaban de un relato contundente y me conectaba con grandes obras del arte y la literatura universal y lo teníamos en la Sierra, allí mismo donde me formé y el lugar que me vio nacer y por tanto lo conocía como parte de mí mismo y uno crea a partir de lo que conoce. Yo me siento muy bien contando historias que no son de La Habana y es que tenemos otra Cuba que hace falta contar, hay vida mucho más allá de la ciudad, vida grande, alegre, sufrida, como todas, y no veo por qué no se puede contar desde la otra parte del país, aunque no sea la moda, aunque no sea la costumbre y muchas veces tampoco lo que quieren ver desde afuera, los festivales y algún tipo de público.

¿Qué destacaría fundamentalmente de la película?

Yo creo, sin caer inmodestias, que la película tiene muchos valores, la fotografía, la banda sonora, la música, todos los aspectos se fueron conjugando para poder llegar a tener este resultado, que no es para nada perfecto, pero que nos deja a todos con muy buen sabor, pero tengo que reconocer que el resultado actoral, lo disfruto por encima de todas las cosas, sin eso la película y la historia en sí, no hubiera sido nada.

Rigoberto Jinménez, Café amargo
Rigoberto Jinménez (delante con espejuegos) junto a los protagonistas de Café amargo

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