
Las últimas Ã’rdenes Ejecutivas cierran el ciclo iniciado en 2014 con la aprobación en el Congreso de la Ley de Defensa de Derechos Humanos y la Sociedad Civil de Venezuela, y el conocido como Decreto Obama que definió a la nación como una ‘amenaza inusual y extraordinaria’ para la seguridad y la política exterior norteamericana.
‘En total, desde marzo de 2015, Estados Unidos ha dictado seis decretos que penalizan y castigan las actividades económicas, centrándose en los aspectos financieros y petroleros, y estableciendo de facto un bloqueo’, reconoce el texto.
De acuerdo con el documento, estos instrumentos legalizaron una política de intervención directa sobre la soberanía y los asuntos internos a la vez que profundizaron la persecución contra el Gobierno y el desarrollo del país.
Entre la agenda de agresiones -dice-, la Casa Blanca promueve la negación de créditos, el bloqueo y el encarecimiento del financiamiento internacional al país, lo que genera gigantescas pérdidas.
Igualmente, la persecución a las actividades de la estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa) produce perjuicios millonarios a la industria de hidrocarburos y genera efectos en actividades operativas de la industria.
El cerco ha repercutido directamente en el desabastecimiento y escasez en sectores esenciales de la economía como alimentos, medicinas y bienes esenciales para la industria, añade.
‘Debido a la caída de la disponibilidad de alimentos, la prevalencia de desnutrición en la población infantil superó el cinco por ciento de la población infantil en 2017’, menciona el informe.
A esto se suma el bloqueo por parte del banco estadounidense Citibank de los fondos destinados a la importación de 300 mil dosis de insulina, perjudicando a más de 450 mil pacientes.
La aplicación de medidas coercitivas unilaterales contra un Estado soberano constituye una flagrante violación del Derecho Internacional, afirma el documento.