
Esto sucede casi todos los veranos, desde el año 2013, cuando la abundante luz solar, las temperaturas cálidas y la escasez de lluvias provocan que las algas produzcan un pigmento llamado betacaroteno y que es parte del proceso propio de fotosíntesis.
Según la experiencia de otros años, el lago permanecerá con este color hasta el otoño australiano (abril-mayo), cuando las temperaturas sean más leves y comience a llover en el país. Entonces las aguas volverán a apreciarse de color azul.
Este no es el único lago rosa de Australia, pues igual fenómeno se presenta en las aguas del Hutt, el Hillier en el archipiélago Recherche, los lagos Victoria en el Parque Nacional Murray-Sunset y el Lago Rosa cerca de la localidad de Esperance.
Investigadores aseguran que estas aguas no son tóxicas, al menos para la fauna y flora locales, pero las autoridades de Melbourne advierten a los visitantes no mojarse pues la cantidad de sal es tan elevada que puede provocar irritaciones en la piel.