Las tenues luces del 502

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Por Zeide Balada Camps | 12 noviembre, 2015 |
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Aunque la fundación de la Villa San Salvador, segunda erigida por los españoles en Cuba durante la conquista de la Isla, significó un choque violento con los aborígenes, nacimos de esa mezcla, heredando modelos y patrones culturales de los ibéricos, y las tradiciones y rebeldía de los primeros habitantes.

Bajo esa premisa de celebrar el sentido de pertenencia hacia esta tierra y todo el legado cultural de los hijos de Bayamo a nuestra nación, la llegada del aniversario 502 de la urbe constituye un orgullo para quienes pisan su suelo.

Cuando año tras año se aproxima la fecha, muchos suponen que vísperas de la efeméride se encienda esa antorcha simbólica donde brille lo mejor de nuestras expresiones culturales. Sin embargo, esta ocasión dista de constituir el mejor de los ejemplos, pues pasó sin muchas glorias, quizá porque en materia de festejos se priorizan los llamados aniversarios cerrados cuando cada uno debiera ser singular.

Su programa de tres días incluyó, entre otras ofertas, el panel De historia y testimonio, la premiación del concurso infantil Dibuja tu ciudad, una cantata en honor a Bayamo, bailables,  y el reconocimiento a Eliberto Tomás Miniet Zamora, elaborador de las rosquitas, uno de los alimentos bayameses tradicionales.

No obstante, el ambiente general no logró involucrar al público, como se pudo apreciar, vísperas de la llegada del 5 de noviembre, en la Cantata a mi ciudad, que a pesar de reunir destacadas voces en la escena quedó muy por debajo de las expectativas.

Los artistas esgrimieron que el escaso presupuesto es una de las cuestiones que más golpea a los espectáculos en tiempos actuales de reajuste económico, pero es visible una falta de mejores ideas, de respaldar a los creadores e involucrarlos, para que se sumen a las iniciativas.

Es imprescindible desarrollar una mejor estrategia organizativa para los eventos culturales en la provincia que, en mi opinión, les falta organicidad, coherencia y parecen más la sumatoria de actividades que una propuesta bien pensada.

No podemos “tirar la casa por la ventana”, pero tampoco debemos dejar escapar las oportunidades para que, desde lo festivo y cultural, se preserve la identidad, alimenten espiritualmente a los bayameses y se nutra la vida nocturna de la urbe.

No es preciso esperar otros 500 años para intentar que la ciudad brille y muestre sus mejores galas.

Tenemos que ser más detallistas, incrementar el gusto por la belleza, la calidad y por aspirar a lo mejor, para que nuestra gente se sienta satisfecha. El reto está en mirar con luces largas, convertir nuestros festejos en eventos rentables, aprender de los tropiezos y juntar a las personas idóneas para que despertemos de la inercia y de la apatía, en la que muchas veces nos sumergen los problemas del día a día. Hagamos honor a aquella generación de bayameses que inspiró por sus ideas modernistas.