
Hablar de ti hoy sería,
Maestro, como lanzar
nave de sueño a cruzar
la más dulce cerventía.
Crezca siempre esta armonía
entre los educadores,
aguerridos forjadores
que la cultura encaminan
con firmeza y no caminan
por una senda de flores.
A golpe de inteligencia,
sueños, ternura y calor,
la moral del profesor
le da un abrazo a la ciencia.
Pedagógica insistencia
que a nuestra lluvia no estanca
y para todo el que arranca
enseñanza en su delirio,
Martí le regala un lirio,
un nardo, una rosa blanca.
Veo en cada profesor
a un hermano grande nuestro,
mezcla de padre, maestro,
gran consejero, tutor;
un jardinero de amor,
¡ah!, pero qué jardinero.
¡Cómo cuida su cantero
ese que nunca es lesivo!
Es el evangelio vivo
de la Luz y Caballero.
¡Qué dosis de inteligencia
puesta al servicio del hombre!
Hombre en la extensión del nombre
campana de independencia.
Tú, sembrador de conciencia,
chispa en la que centelleas.
No hay difíciles tareas
para los educadores
y son francos tiradores
en la batalla de ideas