
Este 14 de diciembre se producirá uno de esos eventos que solo los más afortunados pueden disfrutar en vivo: la ocurrencia de un eclipse solar que podrá verse parcialmente en varios países del mundo.
Coincidentemente, los granmenses celebramos ese día un suceso aparejado también al campo científico, la creación del Instituto de Investigaciones AgropecuariasJorgeDimitrov, un acontecimiento en el que un número reducido de personas tuvo la dicha de participar, incluso menos que las que podrían visibilizar hoy el esperado eclipse, y que llegó para iluminar la ciencia cubana.
En aquel entonces, hace 40 años, sus noveles investigadores no tenían tiempo para percibir si ese año la luna cubriría la cara del Sol, pues se centraban en edificar y montar laboratorios, amueblar locales y montar el angosto comedor para cimentar las ciencias agropecuarias.
Así vio la luz, el 14 de diciembre de 1980, por iniciativa del Comandante en Jefe Fidel Castro, el IIAJD, único del país en agrupar tres ramas científicas: agrícola, animal y medioambiental.
La institución se encuentra inmersa en el proceso de traspaso del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, al de la Agricultura, en particular al grupo agrícola.
“Hemos trazado estrategias para poner el conocimiento, la ciencia, la tecnología y la innovación tecnológica en pro de la soberanía alimentaria y la educación nutricional de nuestro pueblo y, a su vez, desarrollar el sector agropecuario”, describe el Máster en Ciencias Eduardo Tamayo González, su director.
“En el diapasón de estudios materializados por el centro, figuran más de 150 resultados científicos; nueve premios Academia de Ciencias de Cuba, como institución ejecutora, el Premio a la innovación, por la Resolución 34 del 1998, y 19 de 2006, y más de 30 premios de innovación entre provinciales y nacionales.
“Testimonian el empuje investigativo del gremio, la estimulación de semillas con métodos físicos, la producción de semilla categorizada y básica, con incidencia en la cosecha de frijol; los estudios sobre la regionalización de pastos en el oriente de Cuba; las adecuaciones tecnológicas para la producción de carne, leche, viandas, hortalizas y granos; y el desarrollo de especies ovinas, caprinas, vacunas y cunículas”, refiere Tamayo González.
El IIAJD constituye una fortaleza en el fomento de plantas proteicas y arbustivas, y en el uso de subproductos de la Industria Azucarera para la alimentación animal que sustituyen importaciones.
Sus estudios han impactado en renglones clave, como el arroz, el café, el tabaco, y en otros cultivos nobles, como el maní, el ajonjolí, el higo, el maíz y la moringa.
Destaca, además, por la creación de semillas, indispensables en la formulación de piensos alternativos para la alimentación animal, y por contribuir al desarrollo agropecuario.
En Granma, unas 25 variedades de frijol se evalúan de acuerdo con las condiciones climáticas, algunas con rendimientos de 1,2 a dos toneladas por hectáreas.
Su laboratorio de Biotecnología vegetal tiene capacidad para reproducir para el oriente medio millón de vitroplantas de plátano, ñame y flores finas.
Entre sus proyectos de colaboración internacional, sobresale el Programa de innovación agropecuaria local, con acciones en Cauto Cristo, Jiguaní, Guisa y Bayamo, para promover la conservación, diseminación y multiplicación de variedades locales.
Los servicios del IIAJD son aplicados en Guantánamo, Santiago de Cuba, Las Tunas, Holguín y Granma, incluyendo los polos productivos del territorio; asimismo, coordina el polo científico productivo de viandas, hortalizas y granos, y participa en el de montaña, arroz y ganadería.
Su potencial científico se prestigia con cinco doctores en Ciencias, 12 en formación doctoral y 19 másteres.