
No te dejaron cumplir los 19. Les repugnaba tu valor, tu hidalguía, tu alma de Maestro les nubló.
Nadie como tú para comprender la injusticia. Trabajaste desde los siete años, obligado a contribuir con el sustento familiar, como limpiabotas y panadero sin dejar de estudiar para alcanzar el sexto grado y luego matricular la enseñanza primaria superior.
Allá en tu Matanzas natal te espera febrero para cada cumpleaños y Cuba te nombra cada día, pero hoy, hoy 5 de enero la injusticia atroz vuelve a ahogarnos, no hubo delito en lo que hacías.
Más de 40 niños y niñas descubrían la luz del saber cuando aquel enero de 1961 troncharon no solo la vida del Maestro y campesinos, también el amor no confesado por Nancy Inerarity, hasta que se graduaron, con la que pudiste fraguar una familia.
En la finca San Ambrosio en las montañas de Sancti Spíritus, decenas de adultos te esperan aún cada noche, llueve, truene o relampaguee, llegas imperturbable.
La contrarrevolución apagó tu cuerpo, horrible el ensañamiento con quién solo libros para defenderse.
Supiste demostrar tu hombría, tu cubanía sin tacha. No te olvidamos Conrado, ser Maestro seguirá siendo como ser Creador, aunque cada cinco de enero una lágrima en millones nuble miradas, al correr por los rostros queda la huella de seguir peleando por ti, por nosotros mi negro.