La familia Milán no renuncia a su herencia (+audios)

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Por Anaisis Hidalgo Rodríguez | 20 abril, 2021 |
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FOTO/Luis Carlos Palacios Leyva

El joven Juan Miguel Correa Milán tiene más responsabilidad en su mirada que años de trabajo. Labora en la unidad empresarial de base La Hacienda,  perteneciente a la Empresa de productos lácteos Granlac, de Granma, una industria que literalmente ha sido el horcón de su familia.

“Por parte de madre, casi toda mi familia ha pasado por aquí, mi abuelo, mi tío, mi primo, casi todos.”

Quizás por ahí le entró el agua al coco, digo, eso de dedicarse a la manufactura de alimentos exclusivamente en esta veterana industria, emblemática por su queso Patagrás y su yogurt en coágulo natural.

“Me gradué como elaborador de alimentos en la escuela de Economía. Desde mis prácticas me incorporaron a la línea de queso, donde he adquirido experiencia.

“En esta área procesamos diariamente unos tres mil y cuatro mil litros de leche, en dependencia de su existencia, para hacer queso requesón, fundido y semiduro, este último para comercializar en divisas.

“Teniendo en cuenta que la Tarea ordenamiento demanda calidad, nos esforzamos para que los productos salgan lo mejor posible y respondan a las exigencias de la población y del mercado en moneda libremente convertible”, comenta Juan Miguel.

Hoy, a pesar de sus 24 años, el joven Milán se desempeña como jefe de brigada en la línea de queso, un reto peliagudo, porque implica dirigir a quienes peinan canas y le aportaron cuanto sabe.

“Como todo el que entra nuevo, uno tiene  que ir preparándose poco a poco. Pero cuando existe interés, se aprende rápido.

“Se empieza por el estudio; pero real, real, la práctica es la  que te enseña y te forma como persona y en lo que debes ejercer” argumenta Juan Miguel.

A pesar de fungir como jefe de brigada y secretario del Comité de base de la Unión de Jóvenes Comunistas, a Milán no se le ha subido la fama para la cabeza. Consciente de que este mundo de la elaboración de alimentos también lleva sus mañas,  aprovecha los consejos de los más experimentados para conducir lo más acertadamente los procesos.

“Todos nos entendemos. Cada cual sabe qué hacer. El colectivo es muy responsable. Todo cuanto sé, lo debo al maestro quesero que me entrenó.”

La vida de Juan Miguel difiere mucho de esos jóvenes que se acuclillan en las esquinas a derrochar el tiempo. Él vive una jornada dura, día tras día, lidiando con las altas temperaturas del trópico que parecieran cuadruplicarse cuando inicia el ciclo productivo entre aquel andamiaje metálico. Sin embargo, Juan Miguel no se amilana: “Me gusta lo que hago, con eso es suficiente para mí.”

La familia Milán ha injertado por generaciones uno de sus vástagos en La Hacienda, una industria que con aire maternal los ha sabido abrigar, sin más retribución que consagrarse a una herencia que ellos mismos han creado con el sudor de sus manos.

 

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