Abril continúa siendo mes de unidad, firmeza y victoria en la Isla como lo refrendaron las voces de 300 hijos de esta tierra, reunidos en el Octavo Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC).
Cuatro días hermosos dibujados desde intensas tradiciones patrióticas que marcan el camino para Soñar y Continuar por la Cuba Viva e intensa que todos deseados siempre vital, paradigma y única, desde que Fidel la agigantó el Primero de Enero de 1959.
Congreso de la continuidad porque corresponde a los pinos nuevos preservar la soberanía, la independencia y la autodeterminación de un pueblo que invariablemente contará con la guía, el acompañamiento y la experiencia de rectitud y sólidos principios revolucionarios de Raúl, con el pie en el estribo, cual insurrecto mambí dispuesto a defender la Patria Socialista.
A la lupa de la vanguardia comunista de la Isla no escapó la “Valoración acerca de la Política de Cuadros del Partido, la UJC, las organizaciones de masas, el Estado y el Gobierno y el papel del Partido para alcanzar resultados superiores en todos los frentes, con énfasis en la economía.
Todo ello en un escenario más complejo y retador para los próximos almanaques, a los que habrá que anteponer mayor esfuerzo, consagración, responsabilidad, rigor y exigencia en el trabajo.
Confianza y seguridad en la fortaleza de las nuevas generaciones de cuadros y dirigentes para sostener y engrandecer esos objetivos, manifestó en aquellas jornadas el General de Ejército, cuyas palabras son guía cotidiana de hacer bien y un amuleto de preciado valor político e ideológico.
“En una Revolución auténtica, la victoria es el aprendizaje, es cambiar todo lo que debe ser cambiado como nos enseñó Fidel en su concepto”, afirmó Miguel Díaz – Canel Bermúdez, primer secretario del Comité Central del PCC, en el discurso de clausura del Congreso, evidencia que el triunfo siempre será la única opción para los comunistas cubanos.
El también presidente de la República de Cuba señaló que “estamos del lado correcto de la historia con la luz inspiradora de Martí, el legado del Comandante en Jefe y la guía de Raúl, como dueños de una obra inmensa y colosal, de una hazaña a la que el pueblo le puso nombre: Fidel Castro Ruz.”
“No mentir jamás, ni violar principios éticos”, fue premisa fidelista que trazó Díaz – Canel, para quien “la Revolución jamás será vendida o regalada porque cuenta con la fuerza vital y estremecedora de sus jóvenes impetuosos, responsables y consagrados.”
El Octavo Congreso del Partido Comunista de Cuba que hace unos días concluyó en La Habana comienza desde ahora a latir en el sitio más importante: el alma de los revolucionarios de corazón para fortalecer siempre, el rumbo socialista de la Patria.