
En un ambiente primaveral, en medio de la situación generada por la COVID-19, lo encontré en su finca, enclavada en la zona de La Cruz Alta, en Jiguaní, a raíz de un recorrido por áreas de desarrollo tabacalero.
Es Osvaldo Felipe Armas Yero, un octogenario que por más de seis décadas se ha dedicado a ese cultivo, además de formar con amor a la familia, hijos, nietos y sobrinos, que continúan la tradición.
De poco hablar, es una persona humilde y hospitalaria que asume con responsabilidad la máxima de hacer como la mejor manera de decir.
Cautiva a primera vista por la sencillez y entrega a la tierra, lo cual le ha merecido el reconocimiento como maestro en el complejo proceso para la obtención de la aromática hoja y aportes del labriego que diversifica la producción con varios renglones para sustituir importaciones y lograr el autoabastecimiento territorial.
Conocedor de no pocos secretos, vuelve a sembrar y cosechar, aplicando la tecnología de tabaco tapado, y a sentir regocijo por la calidad de la materia prima del famoso puro cubano, que la Mayor de las Antillas exporta y el mundo quiere.
A Armas Yero le fue conferido recientemente el Título Honorífico de Héroe del Trabajo de la República de Cuba aprobado de forma especial en Decreto Ley presidencial por Miguel Díaz-Canel Bermúdez, presidente de la República y primer secretario del Comité Central del Partido.
Fundador de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (Anap), el campesino no pudo asistir por motivos de salud a la ceremonia celebrada en La Habana en ocasión del 17 de Mayo por lo que el homenaje lo recibió a su nombre el hijo Rosendo Armas Castillo, de manos de Díaz-Canel.
Quizá por su modestia este recio hombre no valora la grandeza de una obra que va más allá de beneficios personales, poniendo por delante los intereses del país que ama, al educar en ese espíritu a la familia que sigue haciendo historia en el sector tabacalero.
“Me siento bien con algunas enfermedades lógicas de alguien que tiene una avanzada edad, pero me mantengo activo, no como antes, pero mientras pueda trato de ayudar a la Revolución.
¨ Estoy tranquilo aquí, sin salir a ningún lado, del campo para la casa, cumpliendo con las medidas orientadas para enfrentar el coronavirus.
¨Tengo dos hectáreas y media de plantación de mucha categoría, al lograr excelente capa para el Habano y altos rendimientos agrícolas, junto a cinco de mis hijos, en otras áreas, que les damos la atención cultural que lleva, lo cual resulta fundamental hacerlo a su tiempo¨.
A la memoria le afloran los recuerdos entre estos el que nació en este propio sitio, con la crianza del padre, del que heredó estas tierras trabajándolas a su lado.
Evoca entre los reconocimientos recibidos: la Orden 17 de Mayo, la Medalla Romárico Cordero y la Distinción Antero Regalado, además de su participación en cuatro congresos de la Anap como asociado de la organización de base en la cooperativa de créditos y servicios Gabriel Valiente.
¨La Revolución significa mucho para mí, es los más grande que ha traído el bienestar para todos los campesinos y el pueblo con Fidel y Raúl como guías del proceso revolucionario y ahora la continuidad con Díaz-Canel al frente de este combate.
¨Ahora se necesita producir más que nunca porque la población espera la contribución de nosotros los campesinos con más viandas, hortalizas y maíz en venta a Acopio y entrega al hogar materno.
¨Si no trabajara aun con la edad que tengo, hace años que hubiera muerto. Desde las cuatro de la mañana que me levanto, cuelo café y me voy para el campo con los trabajadores.
¨Me llevo bien con los hijos, Rosendo, Ramiro, Ramona, Rodolfo, Roberto, Ricardo, Raquel y Regina; la Revolución y ellos son las cosas que más yo quiero en la vida¨.