
La edición 18 del evento científico Nada tengo mientras no tenga Patria ocupa, por estos días, a investigadores e historiadores, para exponer todo lo relacionado con estudios de la vida y obra de Francisco Vicente Aguilera, nacido hace 200 años, en esta ciudad de Bayamo.
Calificado por José Martí como “el Millonario heroico”, “el Caballero intachable”, el Padre de la República, no tuvo reparo en alistarse desde muy temprana fecha en la conspiración de Joaquín de Agüero, en el Camagüey.
Hombre de poco hablar, bondadoso, pero muy firme en sus decisiones. Poderosamente rico, poseía alrededor de 500 esclavos y varias fincas en las comarcas de Jiguaní, Manzanillo, Bayamo y Las Tunas dedicadas a la ganadería, producción de caña, ingenios azucareros, tiendas y almacenes.
“Nada tengo mientras no tenga Patria” fue el pensamiento político que lo llevó a secundar el movimiento revolucionario encabezado por Carlos Manuel de Céspedes en 1868.
Fue Aguilera uno de los tantos cubanos que anhelaban la independencia de Cuba por lo que encabezó el Primer Comité Revolucionario Cubano, fundado, en Bayamo, con la participación de Pedro Figueredo y Francisco Maceo Osorio, acciones dirigidas a organizar y extender a todo el país el movimiento independentista, lo que conllevó a realizar visitas a Santiago de Cuba y a Puerto Príncipe.
Como le correspondía a un hombre de su estirpe fue nombrado Mayor General, Secretario de Guerra, jefe del Ejército de Oriente y tras la Asamblea de Guáimaro, Vicepresidente de la República.
En 1871 fue nombrado por Céspedes Agente General en los Estados Unidos, en un esfuerzo por neutralizar a quesadistas y aldamistas que se combatían en la emigración, quienes con la disputa no aportaban recursos a la guerra. El intento fracasó. Los dos bandos abandonaron al insigne bayamés.
En enero de 1872 Céspedes le escribe a Aguilera pidiéndole regrese a Cuba, en vistas de que no llegaba ningún armamento a la Isla y teniendo en cuenta que en su condición de Vicepresidente de la República, no es conveniente una estancia prolongada en el exterior. Aguilera no regresa. Quiere volver con una gran expedición cargada de armamentos y en tal sentido agota todas las posibilidades. Se marcha a Europa con la esperanza de encontrar otra reacción entre los cubanos residentes allá.
De su frustrada idea dijo “(…) los ricos cubanos que se hallan en Europa, fueron educados por el gobierno español para esclavos, disipan sus rentas en los placeres de París; pero, no ayudan a la Revolución.”
En 1873 está de nuevo en New York. Salvador Cisneros Betancourt, que se desempeña como interino la Presidencia de la República en Armas, escribe a Francisco Vicente Aguilera: (…) grandes ventajas reportará al país que vuelva a él un hombre que no ha escatimado sacrificios por su libertad (…) Ud. está en mejor situación para administrar la República, venga y salvaremos la Revolución.
En su afán de ver una Cuba libre viaja de un lugar a otro intentando unir a los cubanos, ya sean blancos o negros para regresar en una expedición. Otra vez fracasa su anhelo y es cuando escribe a Miguel Aldama: (…) mis deseos de ir a Cuba no son para ocupar la Presidencia, (…) es para cumplir un deber sagrado; fui un iniciador de la Revolución (…) he lanzado a ella muchos hombres (…) voy a compartir con el Ejército los sinsabores de la guerra o a morir.
Muchas fueron las jornadas de gloria y sacrificio que vivió el patricio bayamés para dar muestras de su desinteresada abnegación por la patria agredida.
Así dijo, en aquella ocasión, a Salvador Cisneros desde Nueva York …“Estoy dispuesto hoy como antes a derramar mi sangre por la Patria y a ir allí tan pronto como sea necesario me detengo aquí ahora porque creo que así conviene a Cuba”.
Aguilera junto a su familia siempre brindó todo lo que tuvieron a favor de la lucha hasta su muerte en Estados Unidos, sin un centavo y sin ningún tipo de riquezas.
En Francisco Vicente Aguilera quedó demostrado que el amor por la Revolución donde se nace está por encima de todo el oro del mundo.