Por siempre dirigente sindical

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Por María Valerino San Pedro | 12 febrero, 2022 |
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De cuerpo menudo, mediana estatura y un carácter que le hace ganar el cariño de quienes le rodean, Bernardo Amador Pérez Sánchez, es una persona feliz, plena, y con unos inmensos deseos de ser útil.

Conversar con él resulta un verdadero privilegio, porque no cualquiera acumula 53 años de trabajo ininterrumpido en el mismo sector, y continúa en activo con entusiasmo, juventud acumulada y una vastísima experiencia.

Las poco más de cinco décadas de dura faena comenzaron en 1969, cuando como dirigente sindical de la finca Los Guineos, en su Veguita natal, localidad perteneciente al municipio granmense de Yara, fue seleccionado para pasar la Escuela provincial de la Central de Trabajadores de Cuba, en la antigua Oriente.

Desde entonces a la fecha, “ha llovido mucho”, como versa el refrán popular, pero también mi interlocutor ha escrito una bonita y ejemplarizante historia de entrega y trabajo desinteresado.

ENTRE CAÑAS Y OFICINAS

Su hablar es pausado y de un tono algo bajo, apoyado en gestos con las manos, y mientras lo hace, el rostro muestra nostalgia.

“Siempre me gustó defender la razón y la justeza –enfatiza- y aunque solo tenía concluido el sexto grado, me desenvolvía bien con las palabras, y al lado de mis compañeros supe representarlos cuando tenían un problema laboral, por ello me designaron al frente de la sección sindical.

“Ya en la escuela sindical, en Los Mangos de Baraguá, en Palma Soriano, Santiago de Cuba, nos explicaron de qué se trataba, pues era muy incipiente esa labor en el país, por tanto se imponía preparar a los representantes de los trabajadores.

“Éramos unos 125, prácticamente analfabetos, por tal razón, me convocaron para maestro de la propia escuela. Allí estuve cerca de dos años como profe de Literatura y Español, pero al desintegrarse esta, los profesores pasamos a formar comisiones en la CTC de la antigua Oriente, y a mí me tocó la Comisión Agropecuaria”.

Amador refiere que poco después cumplió importantes tareas en contingentes para la zafra azucarera en Jobabo (estaba al frente como jefe), Amancio-Colombia, Las Tunas, y el central Honduras, en Guantánamo, alternando con la labor en la CTC, entre unos y otros.

“Al constituirse –explica- el territorio La Tunas-Amancio-Puerto Padre, como una experiencia de la división político-administrativa, me propusieron trabajar en la CTC de Las Tunas, donde, primero fui Jefe de despacho del secretario general, y luego jefe del departamento de Organización; permanecí allí unos 11 años, también me desempeñé como funcionario de Organización, de Cuadro, y de Protección física.

“De mucho orgullo resultó que me eligieran como delegado invitado al 14 Congreso de la CTC, lo cual me posibilitó estar bien cerquita durante un rato del Comandante en Jefe en la villa donde nos hospedamos, pues sin previo aviso llegó al vestíbulo a intercambiar con quienes en ese momento nos encontrábamos allí.

“Llevaba demasiado tiempo fuera de mi terruño, lejos de los míos, y decidí entonces acercarme un poco más a mi familia y solicité en 1980 el traslado para la CTC de la provincia de Granma, en Bayamo. Aquí comencé como Jefe de despacho del secretario general, Andrés Carballosa, y luego de cuatro más; después pasé a funcionario de Cuadro, hasta mi jubilación en 2018. “Enseguida me contrataron y ahora soy Jefe de despacho de Migdalia Josefa Barreiro Cisnero”.

DOBLE ANIVERSARIO

El 2 de febrero último celebró Amador su aniversario 53 en la entidad, junto a compañeros que lo admiran y desean seguir su ejemplo, asegura que el festejo fue doble, porque el 28 de enero la CTC cumplió 83 años de constituida y en el acto por la efeméride fue estimulado y reconocido.

Entre sus recuerdos mi entrevistado señala su participación y premio en el concurso 50 viajes a la URSS, como saludo al aniversario 30 de la creación del Consomol Leninista y a la fundación de Radio Rebelde, que le propició visitar el país amigo de Cuba.

Además, rememora su participación en cinco batallones del Partido para apoyar labores agrícolas, y la movilización permanente a la limpia de caña en el central riocautense Grito de Yara.

Y resalta la posibilidad que la vida le ha dado de poder trabajar atendiendo los trabajadores, con una buena vinculación con la base; de participar en las asambleas de afiliados, y en la enseñanza y preparación de los cuadros que se fueron incorporando al movimiento sindical.

“Siempre he tratado de cumplir –dice enfático- solo eso, cumplir y amar mucho lo que hago, con esos dos componentes las cosas salen siempre bien. Qué puedo decir, haber trabajado durante 53 años en la CTC es para mí un gran acontecimiento, y aunque parezca trillado, si volviera a nacer, puedes estar segura, volvería a ser dirigente sindical”, concluye.

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