
Jamás pensó aquel niño acostumbrado a ver lomas y ríos, en su natal San Pablo de Yao, actual territorio de Buey Arriba, que algún día se convertiría en referente nacional de la pelota. Hoy, precisamente cuando cumple 73 años, es el director más longevo en nuestros torneos, el que más veces ha dirigido un equipo de pelota (Granma, con 33), el único que ha tenido 48 incursiones en clásicos domésticos pues suma, además, 12 selectivas, dos super ligas y otra serie nacional con Serranos.
“Menos mal que mis abuelos me trajeron para Bayamo y que después vino la Revolución, porque yo estaba destinado a poner herraduras, a andar en mulos o a trabajar duro en el campo”, me ha dicho varias veces este hombre que, contrario a lo que muchos piensan, es amante de la broma y las ocurrencias.
Fue jugador de fútbol en sus inicios y después intentó ser lanzador, pero en ambas facetas no encontró la gloria. Sin embargo, a su paso por el “Fajardo” (entonces Escuela Superior de Educación Física (ESEF), en La Habana, comprendió que quería ser director de equipos.
“Yo solo venía dos veces a la casa al año y aquel sacrificio me llevó a estudiar mucho y a intentar superarme”, comenta.
Tuvo su primera incursión en series nacionales, con solo 27 años, en 1976, con Serranos (17-20) y a la campaña siguiente debutó con Granma, selección a la que ha guiado a tres títulos (2017, 2018 y 2021) y una medalla de bronce (1989).
“Era un muchacho lleno de ímpetus, que miraba la pelota con un prisma muy distinto al de hoy. La diferencia es abismal, ahora soy mucho más calmado aunque esté hirviendo por dentro”, me ha comentado sobre aquellos inicios en los que se jugaba un béisbol diferente.
Con los Alazanes tiene balance de 1181 victorias y 1072 derrotas, según estadísticas de Jorge Luis Rosabal, pero más allá de los números siempre habrá que hacer la reverencia ante este hombre que ha dejado la vida en los diamantes, a veces sin más recompensa que la ingratitud de los fanáticos.
“Me he dedicado a mi trabajo, con respeto. Cada persona puede opinar con sus argumentos, yo he tratado de ayudar modestamente a mi provincia y a mi país”, dice este manager, quien solo ha dirigido dos veces el equipo nacional (2017, en el IV Clásico Mundial y 2018, en los Juegos Centroamericanos y del Caribe).
“Nunca me ha quitado el sueño ser director del equipo Cuba, es verdad. Si me nombraran y no lo aceptara sería un ingrato. Es muy bonito representar al país y siempre digo que es rico viajar cuando no debes poner un centavo, como en el caso de Cuba. Honestamente también digo que no sería un problema si no me ponen. No trabajo para viajes, trabajo para el béisbol y para mi provincia”, me dijo en una ocasión.
En cada entrevista, menciona a Amada, su adorada madre, quien tiene 96 años y solo puede ver los partidos a ratos porque los nervios la atacan. También se ha referido a la paciencia monumental de Adis Sánchez Maceo, su esposa durante cuatro décadas; y ha hablado de la pasión de María y Beatriz, sus hijas de 35 y 25 años.
Conversador consumado, defensor de la sinceridad siempre, discutidor de las “orientaciones sin sentido”, Carlos Manuel Martí Santos, merece la oda y la reverencia, no solo por los títulos o su dedicación extrema, también por sus dones de caballero, cultivados a lo largo de estos 73 años.